estoy en Berlín
Terapias de techno bajo el agua
Liquidrom es un 'spa' que ofrece sesiones de relax a ritmo de música electrónica sin sacar la cabeza de la piscina
Carles Planas Bou
Periodista
Periodista tecnológico entre el mundo digital y la política internacional. Centrado en capitalismo de plataformas, IA, vigilancia y derechos digitales. Excorresponsal en Berlín durante más de cuatro años, cubrió los gobiernos de Merkel, la crisis de los refugiados y el auge de la extrema derecha. También ha trabajado en Europa Central y en Canadá. Graduado en Periodismo por la URL y máster en Relaciones Internacionales por la UAB. Ha colaborado con TV3, TVE, Deutsche Welle, Catalunya Ràdio, El Orden Mundial o El Salto.
Carles.Planas Bou
Es un jueves cualquiera en Berlín. Oscuro y frío, como todos los de invierno, una impresionante estructura en forma de corona reina sobre el cielo. En el corazón de la ciudad, donde anteriormente se ubicó una estación de trenes, se alza el Liquidrom, el 'spa' más peculiar de la capital.
En las entrañas de este futurístico edificio, una cúpula de cemento armado se arquea por encima de una piscina sombría. El vapor emana de un agua plácida y, acompañado de un tenue juego de luces, da un aire místico e intenso a un espacio más próximo a unas antiguas catacumbas sacadas del universo alienígena ideado por Ridley Scott que a un 'spa'.
Este lugar tiene todo lo que caracteriza a un centro de relajación acuática. Pero si hay algo que hace del Liquidrom un espacio único es la terapia de techno bajo el agua. La música electrónica ha definido los cimientos del <strong>Berlín </strong>contemporáneo, un vínculo que este recinto traduce a su expresión más innovadora. A simple vista, todo está meticulosamente estudiado para inducir al descanso, pero hay que ir más allá de donde alcanzan los ojos.
TODOS LOS SENTIDOS
"El relax tiene que llegar a todos los sentidos. La música juega un papel clave en ello y el agua transporta mejor el sonido que el aire", cuenta Nicola Nagel, su gerente general.
Perdido en esta especie de 'pool party zen', la mente se sumerge en un universo paralelo, en una apnea onírica donde el tiempo se para. En la superficie, los cuerpos se dejan llevar por el vaivén de la piscina. Bajo el agua salada, el exquisito ritmo creado por la deejay Maora Planet Orfea engulle los oídos y se transforma en un sonido tan envolvente como trascendental. Una capa líquida que divide dos mundos en el que el incesante beat que agitaría nuestro cuerpo en cualquier antro de la capital consigue abrazarnos y hacernos flotar en un viaje al vacío.
JAZZ MINIMALISTA, CHILL ETÉREO, LECTURAS DE TEXTOS
A pesar de que estas sesiones de relax son las más llamativas y populares, también se experimenta con otros sonidos como jazz minimalista, el chill más etéreo e incluso con lecturas de textos. Todo ello pensado para contrarrestar el desasosegante ritmo de vida que puede llegar a infligir la ciudad. "La música es un sentido fundamental para ayudar a encontrar la relajación completa", dice Nagel.
Más allá de la joya de esta corona acuática, el Liquidrom ofrece otros caminos a la desconexión más tradicionales. Sauna, baños termales, masajes y terapias con barro hacen de este peculiar rincón un oasis, un remanso de calma en el que hombres y mujeres desnudos dejan atrás el estrés. Al salir, la fría oscuridad de la calle parece un poco más reconfortante.
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