ESTOY EN PARÍS

Un bar con gallinero

La Friche Richard Lenoir es un gigantesco bar efímero montado en un descampado. Está entre la Bastilla y la plaza de la República

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Eva Cantón

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En París brotan locales alternativos al mismo ritmo que desaparecen los bistrós de toda la vida. Es verdad que muchos son fugaces y tienen los días contados porque se asientan en hangares, almacenes o descampados cuyo destino está trazado en un plan urbanístico local. Pero mientras les llega su hora, hacen el agosto gracias a fórmulas tan sencillas como exitosas.

Bastan unos palés, material reciclado, contenedores marítimos, un rincón para niños, un huerto, una zona de conciertos y, evidentemente, unas barras donde corra la cerveza. Si se le añaden 'food trucks' y la silueta impresionante de la iglesia de Saint-Ambroise de fondo, la fórmula se llama La Friche Richard Lenoir, un gigantesco bar al aire libre en el noreste de París, entre la Bastilla y la Plaza de la República, abierto solo hasta el 5 de noviembre.

ESPÍRITU 'ECO-FRIENDLY'

Las propuestas son numerosas en los más de 2.500 metros cuadrados de un antiguo garaje de Mercedes que se convertirá en jardín municipal de aquí al 2018. Se puede probar suerte con la petanca o los bolos finlandeses (Mölkky), hay mesa de pimpón, algunos juegos infantiles, un huerto pedagógico o un esquinado gallinero con gallinas y conejos. También tienen un hueco las asociaciones, artesanos y comerciantes que quieran aprovechar para darse a conocer, incluyendo los pequeños productores preocupados por el medio ambiente. Los fines de semana hay conciertos gratuitos de música clásica, jazz o folk y talleres de reparación de bicicletas.

El suelo está cubierto de restos de virutas de madera de una antigua serrería. Mobiliario y servicios están impregnados del espíritu 'eco-friendly': baños secos, composteras, toldos hechos con antiguas velas de catamarán de 40 metros, vasos reutilizables… Incluso las neveras muestran una herencia de latas recicladas.

BUZONES CON LIBROS

La cultura tiene su rincón nada más entrar. Pegados a una pared bien grafiteada, hay unos buzones metálicos con el mensaje 'US Mail' troquelado, como si estuvieran recién rescatados de una serie norteamericana. Pero, en lugar de cartas, los buzones tienen libros. Es donde la gente los presta, intercambia o regala.

Quienes están detrás de esta iniciativa, las agencias SurprizeDoppler Earnest, se han inspirado en la experiencia de otras capitales, como Berlín, Londres o Lisboa, para sumar a París a la moda del 'street food market'.

En la Friche la oferta va desde los 6 euros de un perrito a los 8 de un cuscús o una tabla de embutidos. La pinta de cerveza cuesta 7 euros. Abre de 12 a 21 horas.