teatro

Tiro a la diana en la Beckett

Que Pau Miró juega en la primera liga de la dramaturgia catalana no es noticia. Y si se une a Emma Vilarasau, Imma Colomer y Mar Ulldemolins, el resultado es de nota

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JOSÉ CARLOS SORRIBES

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Siempre había callejeado por el Raval para dibujar universos teatrales. Un barrio que fue el suyo durante mucho tiempo y bien conoce. Poblado de esos personajes que cargan con el peso de la derrota existencial y que tanto juego dan a alguien que ha proclamado que «la felicidad es aburrida en la vida y en el teatro». Es <strong>Pau Miró</strong>, un director y dramaturgo que milita en la liga de los mejores. Ahora lo vuelve a demostrar con '<strong>Un tret al cap</strong>', la pieza que ha presentado en el mejor lugar posible: la <strong>Sala Beckett</strong>, cantera indesmayable de la autoría teatral catalana, dentro del programa del festival Grec.

Miró, tras su exitosa colaboración en '<strong>Victòria</strong>' en la Sala Gran del <strong>TNC</strong>, se reencuentra con una actriz totémica del teatro catalán de hoy: <strong>Emma Vilarasau</strong>. Les acompañan otras dos piezas de lujo de dos generaciones distintas: la gran <strong>Imma Colomer</strong> (puro Lliure) y <strong>Mar Ulldemolins</strong>, actriz de cara tan aniñada como enorme (ya) caminar teatral.

Miró ha puesto en sus manos una historia de aire desolador con voces exclusivas de mujer. Esta vez no sucede en la Barcelona del Raval, sino en la ciudad y punto, sin mayores localizaciones, aunque podría ser un piso del Eixample. Retrata un pequeño mundo de silencios, medias verdades, y censuras públicas y privadas que llevan a una catarsis.

Vilarasau es una veterana y prestigiosa periodista que trabaja en un medio importante y a quien acaban de poner de patitas en la calle por incómoda. Aquello de la crisis de la prensa. Colomer es su hermana mayor, con la que se reúne por una circunstancia forzosa y con quien tiene un pasado que resolver. Ella escribe cuentos con mayor éxito fuera que aquí. Y un día aparece en su casa una joven (Ulldemolins) que quiere aprovechar la fama de la periodista para denunciar a la industria alimentaria, aunque oculta otros objetivos. Es un reflejo de su generación: mucho talento acumulado y poco o nulo presente. Le quedan la desesperación y la rabia.

DEBATE PERIODÍSTICO

La escritura de Miró es milimétrica. Nada ostentosa, nada gratuita, y con mimo en cada palabra y diálogo. Así nos pone en situación con la velocidad adecuada y, al margen de que nos demuestra ser gran conocedor de la crisis de la prensa en un debate fructífero, también desciende a la esfera personal, más íntima, sin ningún sobresalto ni atropello. Ahí gana fuerza la pieza y ahí es cuando las tres actrices se salen. Literalmente. En cada mano a mano, en cada uno de los monólogos con los que el autor rompe la cuarta pared y se gana aún más la complicidad del espectador.

Vilarasau refleja la derrota en el gesto, en la palabra y en la mirada por su caída del pedestal. El reencuentro familiar la llevará a dar valor a lo que importa de verdad. Colomer cincela a una mujer sabia, con mucha retranca, y que planta cara a un futuro negro. Ulldemolins también se saca con acierto la máscara para quedar al descubierto como sus dos compañeras. Todo se cuece a fuego lento, todo cae como lluvia fina en una gran escenografía de Sebastià Brosa. El tiro de Pau Miró da en el blanco.Un gran texto y trabajo actoral, junto a una dirección sobria y efectiva, para una pieza de voltaje ético que retrata censuras públicas y privadas.