cine 

Soderbergh, ¡por fin!

'La suerte de los Logan' es el esperado regreso del director estadounidense a la pantalla grande. Una minuciosa y divertidísima película de atracos

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Nando Salvà

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El regreso de <strong>Steven Soderbergh</strong> a la dirección de largometrajes tras haber anunciado hace cuatro años su retirada -¿de verdad pensábamos que iba en serio?- está lejos de ser la gran exhibición de virtuosismo autoral que habría cabido esperar. De hecho, esta historia de dos hermanos y una hermana que cometen un atraco durante una carrera de la Nascar no se molesta en esconder sus similitudes narrativas con '<strong>Ocean's Eleven</strong>' (2001), una de las películas más célebres de Soderbergh.

Como aquella, es un mecanismo de relojería deslumbrantemente preciso cuyas numerosas piezas son primero montadas y luego desmontadas con asombrosa fluidez. Pero, a diferencia de la sofisticada banda liderada por Danny Ocean, los bandidos de '<strong>La suerte de los Logan</strong>' son unos paletos que apenas saben cómo usar un ordenador.

No son, en todo caso, meras caricaturas. Encarnan al tipo de gente que dio a Donald Trump las llaves de la Casa Blanca y que desde entonces siguen devoradas por la gran bestia de la economía estadounidense. Gente abocada a trabajos basura o a la cárcel, o condenada de por vida a la mala suerte. ¿Acaso tienen otra elección que robar a los ricos? Considerando que los Logan apenas tienen los medios suficientes para vivir, es lógico que para dar el golpe no recurran a 'gadgets' ultramodernos sino a métodos más caseros.

'La suerte de los Logan' es posiblemente la primera película de atracos de la historia en la que la logística del plan incluye herramientas tan improbables como unas cucarachas pintadas con esmalte de uñas y una bolsa de ositos de gominola.

PINTORESCO DANIEL CRAIG

Pero sin duda el elemento más pintoresco del golpe es <strong>Daniel Craig</strong> en la piel de Joe Bang, un convicto experto en detonaciones con el pelo pintado de platino, el cuerpo cubierto con multitud de tatuajes y un intimidante brillo en el ojo que es lo mejor de la película.

Mientras retrata las evoluciones de los Logan y sus secuaces, Soderbergh se muestra en todo momento decidido a encontrar el modo más económico y a la vez el más creativo de narrar. Todo lo que pasa en pantalla lo hace por un motivo, y no se nos proporciona más información que la estrictamente necesaria.

Cada escena funciona con absoluta minuciosidad, y lo más sorprendente no es lo eficaz que ello resulta para enfatizar tanto los momentos de tensión como los de humor sino, sobre todo, lo fácil que Soderbergh hace que parezca.

Este director, decíamos, solo pasó cuatro años sin hacer películas, pero 'La suerte de los Logan' nos recuerda qué largos se nos han hecho. 

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