cine 

'A ghost story'. el fantasma que todos somos

El director David Lowery medita sobre el amor y la pérdida, y sobre el pequeño lugar que ocupamos en el cosmos

Nando Salvà

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La imagen más típica de un fantasma (una sábana flotante con dos agujeros negros) surgió antes de que las personas empezaran a ser enterradas en ataúdes: inicialmente lo hacían envueltos en una mortaja. Por eso la tela blanca con ojos solía asustar a la gente. Hoy, en cambio, la asociamos con un disfraz infantil o con un chiste. Y una de las cosas más fascinantes de 'A ghost story' es su manera de reinventar el concepto.

Como su título indica, esta es la historia de un fantasma; contada, ojo, desde su propio punto de vista. Pero se supone que los relatos de fantasmas son aterradores, y este ni lo es ni lo pretende -aunque a ratos flirtee con los clichés del género-, a menos que hablemos del horror de la soledad eterna. Es una conmovedora mirada al amor, la pérdida y la negación, una atmosférica invitación al espectador a sumirse en un estado de trance, y una profunda meditación sobre el tiempo y sus límites que asoma la cabeza hacia la eternidad.

Sobre el papel, puede parecer demasiado equipaje temático que soportar para una película de solo 92 minutos y apenas un puñado de diálogos. Pero el director David Lowery demuestra escena a escena que momentos aparentemente pequeños pueden rebosar significado: ¿quién iba a imaginar que un plano fijo de cinco minutos en el que una mujer se come una tarta podría ser uno de los retratos más demoledores que se recuerdan del impacto del dolor repentino?

TIEMPO ELÍPTICO

En pocas palabras, 'A ghost story' es la historia de un hombre que muere joven y entonces continúa rondando la casa que compartió con su mujer. El tiempo pasa elíptico, y la propiedad va acogiendo a sucesivos moradores. Incluso cuando es demolida y reemplazada, el fantasma permanece estoico frente a un espacio que ya no reconoce, atado a una vida que ya no puede tener. Y una tela con ojos se convierte en una figura triste y profunda, mientras aprende a aceptar lo corta y nimia que su vida fue comparada con la existencia humana en su conjunto.

¿Qué dejamos atrás al abandonar este mundo? ¿Sirve realmente de algo nuestro paso por él? Mientras se lo pregunta, 'A ghost story' muestra similitudes con 'Interstellar' -especialmente en cuanto empieza a moverse adelante y atrás en el tiempo y alcanza proporciones cósmicas-, pese a que sus productores hayan gastado en hacerla menos que los de Interstellar en bocadillos.

Es una película, qué duda cabe, que exige paciencia al espectador. Pero, a cambio, le da mucho. Se trata de una obra increíblemente original, audaz y cautivadora que nos acompañará durante mucho tiempo, como una triste sábana blanca arrastrándose a nuestro lado.

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