cine
'Entre los dos', tablas de salvación
Tom Noonan explora la relación entre una niña huérfana y su tío, un exconvicto que debe cuidar de ella
Cuando su madre fallece, la joven Stacey (Lauren Kinsella) es enviada a vivir con su tío Will (Aidan Gillen), un convicto que ha recibido la libertad condicional precisamente para poder cuidar de la niña. El problema es que no está claro ni que pueda cuidar de sí mismo; la única vez en su vida que tomó decisiones acabó entre rejas. En todo caso, la pareja viaja a un parque de caravanas en las midlands irlandesas en busca de un hogar provisional y, en realidad, de una nueva vida juntos.
De por sí, el suyo no es un arreglo sencillo, y encima se ve obstaculizado por la narcolepsia de Stacey y su insolencia, y por supuesto por los hábitos de Will con las drogas y su despiste como educador. ¿Podrán ambos llegar a convivir? ¿Dejará ella ser domesticada? ¿Aprenderá él al menos a preparar la cena?
El director Tom Noonan construye el humor a partir de los intercambios irreverentes de esta extraña pareja, y de lo irónico que resulta ver que es el exconvicto quien trata de corregir los malos hábitos de comportamiento de la mocosa y no al contrario.
Para ello cuenta con el trabajo inestimable de sus dos actores protagonistas, pero en especial el de Gillen -¿quién habría imaginado que Meñique, de 'Juego de tronos', era capaz de mostrar sentimientos?-, que encarna con sutil eficacia a un hombre atrapado en la accidentada carretera que separa los restos de la convulsa juventud de una madurez para la que no está preparado.
UNA PRESIÓN QUE PASA FACTURA
El conflicto principal de 'Entre los dos' estriba en el tiempo limitado del que Will dispone para encontrar un trabajo y demostrar así que puede proporcionar una vida estable para Stacey antes de que los servicios sociales decidan si vuelven a hacerse cargo de la niña, lo que implicaría el regreso de él a prisión para acabar de cumplir su condena. Inevitablemente, esa presión, agravada por las escasas opciones de empleo que se le presentan a un hombre con antecedentes penales, va pasando factura.
En todo momento Noonan muestra la firme decisión de no sentimentalizar el relato pintando de amarillo las circunstancias de sus personajes. Su prioridad es expresar emociones reales de forma modesta, mezclando sarcasmo y momentos de introspección.
'Entre los dos', asimismo, podría haber sido fácilmente el típico cuento de hadas en el que dos seres dañados se enseñan el uno al otro lecciones vitales y logran así resolver todos sus problemas a tiempo para el final de la película. En lugar de eso, Noonan es del todo realista acerca de la posibilidad de un vínculo duradero, y eso hace que sus esperanzas al respecto resulten especialmente conmovedoras.
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