TEATRO

Un minimusical muy grande

El Gaudí vuelve a dar en la diana del musical con 'Tick, tick... Boom!', de Jonathan Larson. El montaje supera con mucho talento los escasos medios

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José Carlos Sorribes

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Jonathan Larson. Un nombre que quizá solo los entusiastas del género musical identifiquen. Ahora bien, si se le añade Rent la cosa puede cambiar. Estrenado en 1996, es uno de los grandes musicales de las últimas dos décadas. Prontó saltó a las mecas: Broadway, en Nueva York, y el West End, en Londres.

Lo hizo al abrigo de una fórmula ganadora con un musical rock situado en el Alphabet City de Nueva York, durante los oscuros años 90, los de la devastación del sida. Una trágica paradoja hizo que Larson no llegara a conocer su éxito. Falleció, por un aneurisma de aorta, el día antes del primer pase privado de Rent. Estaba a punto de cumplir 36 años y ya disfrutaba del aplauso de Stephen Sondheim, un compositor legendario.

Si Rent es una obra global –el pasado año Daniel Anglés estrenó una versión en catalán– mucho menos conocida es la que completa su breve hoja de servicios artística: Tick, tick... Boom! 

Larson dejó en ella una innegable huella autobiográfica sobre las peripecias existenciales y profesionales de un joven compositor que ve cómo el reloj de la fama y del éxito nunca acaba de marcar su hora.

Está a punto de cumplir 30 años y lleva cinco a la espera de presentar su primera obra. Mucho tiempo para que no le asalten todo tipo de dudas sobre su capacidad y preparación. La cabeza le hace tick, tick por esa incertidumbre y, cuando se viene abajo, le explota: Boom!

Jon (Xavi Duch) ve cómo su mejor amigo, Mike (Marc Pociello), progresa en una empresa de márketing (con BMW y piso con vistas incluidos), y su novia, la bailarina Susan (Lu Fabrés), también teme por su futuro profesional, aunque sí tiene algún proyecto en marcha. Jon malvive como camarero y soporta de mala gana las presiones, con sus padres en cabeza, para que olvide su vocación. Mike le propone, incluso,  que entre a trabajar en su empresa.

MENOS SÍ ES MÁS

Ambientado en esos primeros años 90, con Bush padre en la presidencia de EEUU, Tick, tick... Boom! es un musical de aire generacional. Con pocos medios y mucha imaginación, el Gaudí renueva con acierto su apuesta por el minimusical con mayúsculas. Menos, en este caso, sí es más. Apenas un sofá, una barra de bar, un piano-escritorio y tres baúles metálicos con ruedas definen la escenografía, si cabe hablar de ella.

La cuenta de resultados presenta  a favor una ágil y efectiva dirección de Ferran Guiu, una sólida dirección musical de Joan Camposada –amparada en una excelente banda– y un reparto que va como un reloj. Xavi Duch es un crack del musical, capaz de desatar la risa, como en la aplaudida Sugar; y aquí, de dar vida a un personaje menos cómico y más dramático.

Te gana desde el primer instante. Pociello y Farrés, de voz poderosa, se multiplican en varios roles y nunca decaen. Y los tres cantan de maravilla. Tick, tick... Boom! o una buena recomendación navideña