CINE

'Geostorm', el mundo amenazado por una tormenta

La visión del apocalipsis debería funcionar como advertencia: exprimamos lo que de verdad importa

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Nando Salvà

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Desde que el Antiguo Testamento imaginó cielos que escupen granizo y plagas de langostas y ríos que se vuelven sangre, el hombre ha permanecido obsesionado con la llegada del Apocalipsis, sea por la furia divina o por fuerzas externas como monstruos, asteroides y marcianos.

Pocas de las hipótesis distópicas, sin embargo, son tan aterradoras como la destrucción del planeta a causa de la amoralidad, la avaricia, la arrogancia y la estupidez humanas: el mundo se hiela, y hierve, y eructa, y se agota, y nosotros morimos hambrientos, o achicharrados por el sol, o envenenados por el aire.

CONTROL DEL CLIMA VÍA SATÉLITE

Semejante escenario, claro, resulta altamente inspirador para quienes convierten las imágenes de destrucción en una forma de espectáculo. Desde viernes en los cines, Geostorm plantea un futuro en el que el hombre ha logrado controlar el clima vía satélite y en el que, a causa de un sabotaje, la tecnología desencadena todo tipo de desastres naturales y el consiguiente pandemonio planetario.

Fabricar ciencia ficción basada en catástrofes medioambientales es algo a lo que, decimos, Hollywood se dedica con regularidad desde que el thriller Cuando el destino nos alcance (1973) elucubró sobre los efectos devastadores de la polución. Waterworld (1995) imaginó un mundo en el que el aumento del nivel del mar ha inundado toda la superficie terrestre, y El día de mañana (2004) profetizó una nueva era glaciar; tanto en la saga Mad Max como en La carretera (2009), los supervivientes de la hecatombe luchan entre sí, por la gasolina o el agua o una lata de alubias; Wall-E (2008) nos presenta un planeta del todo despoblado y literalmente convertido en un vertedero, y en Interestellar (2014) los científicos buscan un agujero de gusano en el espacio a través del que la humanidad, tras haber convertido el planeta en un erial, pueda huir de él en lugar de intentar salvarlo.

RENACER SIN CARGAS

¿Por qué, mientras nos acercamos irremediablemente a escenarios como esos, insistimos en fantasear sobre ellos sentados frente a una pantalla de cine? Quizá la posibilidad del fin del mundo nos fascine porque es tan grande que, a su lado, el resto de nuestros problemas parecen nimios; o porque conlleva la posibilidad de un renacer libre de cargas. Por encima de todo, eso sí, la visión del Apocalipsis debería funcionar a modo de advertencia: si todo aquello que nos importa tiene los días contados -los amigos, los días de playa, la tortilla de patatas-, más nos vale sacarles todo el jugo posible.

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