CINE
'Elle', el cine como sopapo
El nuevo filme de Paul Verhoeven, esencialmente una comedia sobre el abuso sexual, es un contundente ataque a la convención moral
El nuevo filme de Paul Verhoeven, esencialmente una comedia sobre el abuso sexual, es un contundente ataque a la convención moral
No sabíamos que lo que Paul Verhoeven ha hecho en 'Elle' pudiera hacerse; pensábamos que estaba prohibido. La primera película del director holandés desde 'El libro negro' (2006) atenta de tantas formas contra lo culturalmente aceptable que es imposible enumerarlas todas, pero bastará una: Verhoeven logra generar una sucesión constante de risas tan incómodas como irrefrenables explorando cómo y cómo no debería reaccionar una mujer tras ser violada, e incluyendo en el proceso elementos de sadomasoquismo, 'voyeurismo', violencia marital y adulterio.
La dialéctica entre lo extremadamente seductor y lo profundamente repulsivo ya nutrió muchas de sus películas previas, pero nunca lo había hecho con tanta complejidad y sofisticación.
Para quienes hayan olvidado la energía visceral que Verhoeven siempre aporta a las escenas de violencia, los dos primeros minutos de 'Elle' servirán para hacer memoria: en ellos Michèle (Isabelle Huppert, magnífica una vez más) es violada, a plena luz del día, en su casa, por un intruso enmascarado.
Pero, en lugar de llamar a la policía, la mujer ordena el comedor con calma, se da una ducha, encarga algo de sushi y sigue con su vida. Cualquiera de los personajes masculinos de la película podría ser el culpable. Michèle rezuma una mezcla de sexualidad insolente y desprecio que parece cautivar a todo hombre que entra en su órbita.
Cuando el atacante empieza a amenazarla con repetir, ella reacciona poniendo en marcha un perverso juego del gato y el ratón. Su motivo no es la venganza, sino una extraña mezcla de deseo, autodestrucción, atracción por lo prohibido y, sobre todo, necesidad de control (tema esencial, este último, en 'Instinto básico' y 'Showgirls' y en general todo el cine de Verhoeven).
Cuando Michèle es violada siente que alguien toma el control sobre ella, y desde entonces parece decidida a demostrarse que eso no pasará nunca más. Mientras la contempla, 'Elle' recorre frenéticamente todo el ancho de banda tonal, oscilando entre el terror y la sátira maliciosa y la comedia de enredo de forma aparentemente casual, pero en realidad milimétricamente controlada.
EMPODERAMIENTO FEMENINO
En el proceso, decimos, la película resulta increíblemente provocadora, por muchos motivos pero sobre todo por este: la violación nunca llega a marcar a Michèle, quizá porque es una psicópata (sin duda, lo es) o quizá porque en realidad no significó gran cosa para ella. Habrá espectadores que rechacen al personaje por no denunciar, o por no mostrar suficiente rabia, o porque considerarán que su actitud banaliza la agresión.
Lo cierto, en cambio, es que 'Elle' celebra la capacidad de recuperación de quienes comprenden que lo que no te mata te hace más fuerte, y que es no solo una de las reflexiones sobre el abuso sexual más valientes y honestas que se recuerdan, sino también una contundente llamada al empoderamiento femenino. Y un recordatorio de lo mucho que hemos echado de menos a Verhoeven en sus 10 años de ausencia.
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