'Déjame salir', aterradora reflexión sobre la raza

Como parte del dúo cómico Key and Peele y a bordo de la teleserie homónima, Jordan Peele es conocido por practicar un humor que trata frontalmente con asuntos de raza, clase y género. La vertiente social permanece en su debut como director, que retrata con precisión algunas de las tensiones que lastran la América post-Obama. La diferencia es que, aunque a menudo hilarante, 'Déjame salir' se interesa menos en hacernos reír que en paralizarnos por el miedo. Y vaya si lo logra.

Al principio, Chris se dirige a las afueras para conocer a los padres de su novia Rose, quienes por cierto no saben que Chris es negro. Poco imagina el joven, que se ha pasado la vida aprendiendo a mantener la boca cerrada cuando está entre blancos, hasta qué punto será esa habilidad puesta a prueba durante la visita.

El problema no es que los padres de Rose, Dean y Missy, no sean amables con él; el problema es que lo son tanto, y se esfuerzan tanto por demostrar que les gustan los negros, que resultan sospechosos. Está bien que Dean insista en que votó a Obama dos veces y lo habría hecho una tercera pero, ¿por qué esos abrazos, y esa sonrisa que tan inquietante resulta? ¿Por qué insiste Missy en hipnotizar a Chris para hacerle dejar de fumar? ¿Y qué hay de los dos sirvientes negros de la familia, que se comportan de forma tan extraña especialmente con el invitado?

ROMPER LOS NERVIOS

No tardan en aparecer en escena los vecinos, que parecen miembros de la troupe satánica de La semilla del diablo, y que empiezan a acosar a Chris anunciando cuánto adoran a Tiger Woods o lo 'trendy' que les parecen los negros, o a bromear sobre el tamaño de su negro miembro viril. ¿Qué está pasando? ¿Quiénes son esas personas? Chris quiere creer que todo está en su cabeza, pero pronto descubrirá que sus sospechas son total y terroríficamente fundadas. Y la paranoia dará paso al pánico.

En todo momento, 'Déjame salir' exhibe una increíble habilidad para crear tensión y mantenernos atrapados, y para liberarnos del modo y en el momento precisos con un susto o una risa. Y lo más sorprendente es que mientras nos rompe los nervios es capaz de decir ella sola más cosas provocadoras sobre asuntos de raza que muchos de esos dramas que suelen aspirar al Oscar juntos.

De decir que todos esos blancos que se las dan de progresistas quizá no sean tan distintos de los palurdos que comentan en Breitbart, y que por tanto la era Obama tal vez solo fuera una cortina de humo que al disiparse vuelve a dejar al descubierto a la verdadera América: un lugar donde ser negro es una película de terror.