VELADA LITERARIA
Bajo los manteles del Premio Nadal
Care Santos se alza con el galardón que otorga Destino en una noche de roscón, gintónics y canelones de quinoa. Y mucho plumilla y algún oropel
Una escena presenciada en la puerta de El Palace (el Ritz de toda la vida, vaya) demuestra que esta noche, en la que se entrega el <strong>Premio Nadal</strong>, es un poco como Twitter: lo que vamos a ver no es la realidad, sino la realidad a medida que nos construimos al elegir con quién nos relacionamos. Que nos vamos a pasar el rato hablando y oyendo hablar de libros, de lo importantes que son para la vida y el bolsillo, de tropezarnos con gente que vive por y para escribirlos, editarlos, glosarlos, venderlos; que hasta allí donde alcance la vista, todo serán letraheridos, o plumillas, o letraheridos y plumillas, pero que fuera de aquí el mundo seguirá girando más con la cadencia del balón que con la de la rotativa.
Porque volvamos a la puerta: hay alfombra roja, focos de gran estreno, batería de cámaras esperando a las celebridades y, cómo no, ejército de curiosos. Y, entre ellos, una frase recurrente: «Pero ¿esta quién es? ¿Y el de antes?». «Alicia Giménez-Bartlett, señora. Y Víctor del Árbol. Son escritores». Mirada de incredulidad. De pronto aquello ya no parece tan excitante.
Otra pregunta me recibe al llegar al hall del hotel, a reventar a las 21.10: «¿Has visto a Care Santos?», inquiere un fotógrafo con muchos más premios a sus espaldas que yo, ilusionada debutante. «¿Care Santos?... ¿Va a ganar Care Santos?». Demasiado novata para estar en el ajo, pero parece que los veteranos lo tienen clarísimo. No, no la he visto. Sí a Àngels Bassas (la actriz que se ha estrenado como novelista con la impactante 'Dóna't'), a Pilar Eyre, Sergio Vila-Sanjuán, Use Lahoz, Pere Gimferrer, Carme Riera, Najat El Hachmi... pero ni rastro de Care Santos.
CUATRO RONDAS DE VOTOS
«Los finalistas van directos al salón vip», me dicen, donde están también los mandamases de Planeta y del planeta (bueno, quizá el juego de palabras sea exagerado para referirse a Ada Colau, Carles Puigdemont, Santi Vila y Enric Millo). Los periodistas cenamos en el salón Gran Via: canelón de quinoa, corvina y 'mousse' de chocolate, obra de Marc Mallasén, que se ha preocupado por nuestra línea más que la persona que ha cortado unos trozos de roscón de Reyes de palmo. Aquí está también el escenario al que Lídia Heredia sube hasta cuatro veces para anunciar (alternando catalán y castellano de forma desconcertante, como hacía Alicia Sánchez Camacho en el Parlament) cuál de los seis finalistas se queda fuera en cada ronda de votaciones del jurado. A. J. Dalton, Librero y Desdelsur son despedidos con sendos «¡oooh!» de dudosa interpretación, y al final entre los periodistas la cosa está en adivinar si Care Santos es Julia Salas o Juan Melena, los dos pseudónimos que han llegado a la final.
¡Es Julia Sala! «Así se llama una de las protagonistas de la novela ['<strong>Media vida</strong>', se titula], creo que la que más gustará al lector», explica Santos después de la rueda de prensa pim-pam-pum a la que algunos asistimos con el roscón atorado en el gaznate. Otros lo están haciendo bajar a tragos de gintónic: Alba Fité, jefa de prensa de Destino, ha empezado a repartir los tíquets para otra tradición de la noche, la copa poscena que se toma en el piso de abajo, y hay quien no ha podido esperar. A Care Santos y a <strong>Xavier Theros</strong>, el otro premiado de la noche (su novela «muy oscura» La fada negra se alzó con el Josep Pla) les espera un sábado de entrevistas casi cada media hora. Aun así, ella se suma a la fiesta. Es 18.000 euros más rica (antes de rendir cuentas con Montoro), pero, sobre todo, es feliz: «He crecido leyendo novelas que habían ganado el Nadal. Solo espero estar a la altura», dice. Por el aplauso con que se ha recibido su nombre, lo estará. —
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