Cómo fabricar lectores

Brainstorming Boolino

Brainstorming Boolino / periodico

IMMA MUÑOZ

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No hay fórmula mágica ni receta infalible –porque si la hubiera no iríamos casi a plan de fomento de la lectura por legislatura y administración, ni habría tanta página en internet con consejos para padres desesperados porque sus hijos, a la que brilla una pantalla, cierran el libro que tuvieran entre manos y, cual niña de 'Poltergeist', para allá que se escurren–, pero algo podemos hacer para contribuir a que nuestros vástagos sean, un día, adultos lectores. Con todo lo bueno que eso les va a traer: por una parte, un aumento de la atención y la comprensión lectora, bases del aprendizaje e ingredientes fundamentales para el éxito escolar; por otra, la posibilidad de disfrutar de los mil mundos que se van a desplegar ante ellos cuando se adentren en las páginas de un libro. 

En realidad, lo que como padres podemos hacer es mucho. Al cien por cien, son imprescindibles dos cosas: muchas ganas y algo de tiempo. Pero con una tercera, un pelín de orientación, los resultados pueden ser espectaculares. Ahí entra Boolino, la plataforma digital creada en noviembre del 2011 por el alemán Sven Huber, directivo durante diez años del gigante editorial Bertlesmann, para cubrir un hueco detectado en el mercado: la falta de una página de venta de libros infantiles online que aportara el valor añadido de una buena librería. Esto es, dominio del producto, conocimiento de los destinatarios y asesoramiento al comprador. 

Lectura y placer

Además de poner a disposición del público una base de datos con más de 340.000 referencias de libros publicados en España, Estados Unidos, Reino Unido y Alemania (en estos dos últimos países acaban de desembarcar), de cribar entre semejante inmensidad los títulos que merecen más atención (solo en España se editaron en el 2014 un total de 10.273 libros de literatura infantil y juvenil, el 11,3% del total) y de ofrecer a las editoriales servicios de márketing para hacer más visibles sus productos, donde Boolino echa el resto es en la creación de las Boolino Book Box, unas cajas que sintetizan los ejes de trabajo de la plataforma: la identificación entre lectura y diversión y la implicación de los padres como estrategias fundamentales para que arraigue en los niños el hábito de leer.

Cada mes, el equipo de Boolino selecciona, de entre las novedades del mercado, un libro destinado a cada uno de estos segmentos de edad: de 1 a 3 años, de 4 a 6 años y 7 y 8 años. Para cada título elegido se diseñan una serie de propuestas lúdicas y educativas con el fin de extraerle el máximo jugo y lograr que el niño vea su lectura como una verdadera experiencia, una vivencia rica y, sobre todo, divertida que le lleve a darse cuenta por sí mismo de lo gratificante que resulta leer. Porque ahí está, para ellos, la clave de la forja de futuros lectores: en que la lectura se asocie al placer y nunca, jamás, a la obligación.

Un 'brainstorming' para exprimir los libros

Los contenidos de Boolino Book Box se deciden en un 'brainstorming' en el que participan empleados de diversos perfiles de la plataforma y al que de vez en cuando invitan a personas ajenas a la empresa, por su perfil profesional o, simplemente, por su condición de padres, para escuchar otras voces. Los rostros que nunca faltan son los de Cristina Puig, socia y directora de márketing y ventas de Boolino, que dirige la sesión; Laura Santervás, que compagina su labor en la plataforma con la librería Abracadabra y es quien elabora los informes sobre los libros que ha elegido un equipo del que ella forma parte; Mariona Bosch, responsable de las guías para padres que se incluyen en la caja; Sara Bermúdez, diseñadora industrial que se encargará de producir los juegos y actividades que salgan del brainstorming (buscar los materiales, darles forma); Gina Clotet, asesora externa que redacta las dinámicas de juego y los contenidos creativos (su empresa, www.umpalumpa.org, ofrece talleres, cuentacuentos y actividades de fomento de la lectura que la llevan a estar en contacto diario con bibliotecas y colegios), y Sven Huber, el fundador y director general de Boolino, que aporta “una voz más: la visión de un padre de dos niños, Lucas, de 7 años, y Claudia, de 6”. 

A la sesión en la que nos colamos asisten, además, dos editoras del sello B de Blok, al que pertenece uno de los libros elegidos para las Boolino Book Box, Ilu Vílchez y Verónica Fajardo. Aprovechamos esa variedad de perfiles distintos, unidos en la conciencia de la capital importancia del fomento de la lectura, para preguntarles, ya que no la fórmula, por inexistente, los ingredientes que ellos creen que deben estar, sí o sí, presentes en ella. 

Librerías, bibliotecas y cuentacuentos

Hay unanimidad en el primero: que el niño “esté familiarizado con los libros, que tenga acceso a ellos”, en palabras de Fajardo. Eso significa que haya libros en casa, pero también que lo lleven a espacios donde encontrarlos, como las librerías y las bibliotecas, y a actos donde el libro sea protagonista: charlas, talleres, cuentacuentos... Gina Clotet va un paso más allá: “Que tenga su propia biblioteca en casa”, una biblioteca que empezará a construir con sus primeros cuentos, que irá evolucionando a medida que él lo haga y que le permitirá desarrollar sus gustos personales. Algo que será fundamental, también, para engancharlo a la lectura, sobre todo cuando se acerque la etapa en la que más chavales abandonan el hábito: la adolescencia

“Tenemos que dejarles elegir sus lecturas”, dice Sven Huber. Entre los muchos libros adecuados que existen para cada etapa y acompañándoles. La presencia y la implicación de los padres es, de hecho, el otro gran factor que todos señalan como decisivo. “En el 2015, Scholastic [la editorial de libros infantiles más grande del mundo] publicó los resultados de una encuesta en la que el 87% de los niños de 8 a 11 años confirmaron que lo que más les gustaba de leer era hacerlo con sus padres”, explica Cristina Puig. “Incluso cuando los niños ya leen por su cuenta, el rol de los padres es esencial. Hay que ayudarles, animarles, elogiarles, leer conjuntamente a dos voces, y seguir leyéndoles... A los niños les encanta que les expliquemos historias, incluso cuando ya saben leer”, abunda Huber. 

¿Y cuándo debemos empezar a leer con ellos? “Desde la cuna”, coinciden todos de nuevo. “Pero nunca es tarde para empezar si aún no lo ha hecho”, matiza Puig. “Lo óptimo, desde que nacen: libros de tela, libros de baño, libros de cartón van muy bien para iniciarlos. A partir de ahí, los querrán como otro más de sus juguetes, verán en ellos una posibilidad de pasarlo bien”, desarrolla Fajardo.  “Y empezar a leerles, para que descubran la narración, la voz”, aporta Laura Santervás. “Cuanto antes consigamos imprimir un recuerdo positivo y feliz alrededor de los libros, mejor”, añade Clotet, quien pone el énfasis, además, en lo importante que es que los niños asocien la lectura a placer “no a obligación y castigo”. 

El papel de la escuela

Este último es el principal obstáculo que todos ellos encuentran para que la escuela se llegue a convertir en una fábrica (en el mejor sentido) de lectores. “Pasan muchas horas allí como para que no sea el lugar perfecto para adentrarlos en el maravilloso mundo de las letras. Y, por mi experiencia, ha sido así hasta que llegan las lecturas obligatorias”, dice Ilu Vílchez. “Yo creo que es fundamental actuar antes de que vayan al colegio y asocien la lectura con la obligación, los exámenes, las notas –añade Mariona Bosch–. La lectura tiene que ser sinónimo de diversión, descubrimiento y aventura. El papel de la escuela es enseñarles a leer, pero el gusto por la lectura se despierta en casa”. Es difícil generalizar, porque cada colegio es un mundo, pero todos coinciden en que la habilidad se adquiere en el centro, pero el hábito se inocula en el hogar. Aunque mejor hacerlo juntos. “Para crear lectores de por vida, nuestro deber común –padres y maestros– es asegurar que los niños vean la lectura como algo chulo, interesante, enriquecedor, y no como una obligación impuesta por el colegio”, resume Huber. “Es un reto que tenemos como sociedad”, concluye Bosch. 

Lo dicho: no hay recetas infalibles, pero sí buenos consejos. Y están al alcance de todos. Podéis empezar a ponerlos en práctica hoy mismo. El esfuerzo es mínimo y los resultados... ya nos contaréis.