MONTAJE DE MARIO GAS

Mágico brebaje amoroso en el Liceu

Jessica Pratt debuta en el rol de la heroína de 'L'elisir d'amore' de Donizetti, "una mujer libre e independiente", subraya

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César López Rosell

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Iba para trompetista, pero tras 10 años de estudio del instrumento decidió dar un giro a su carrera para inclinarse por el canto. Jessica Pratt, nacida en Bristol (Inglaterra) pero de nacionalidad australiana, es hoy una de la estrellas del bel canto romántico. A sus 38 años, la soprano vuelve al Liceu, donde brilló como Desdémona en el 'Otello' de Rossini, para debutar en el rol de Adina de 'L'elisir d'amore', ópera bufa de Gaetano Donizetti.

La cantante compartirá el protagonismo del referencial montaje de Mario Gas con el tenor eslovaco Pavol Breslik, que encarna a su fiel enamorado, Nemorino. El valenciano Ramón Tébar dirige a la orquesta de la casa.

CUARTA REPOSICIÓN

Esta es la cuarta reposición de la creación de Gas en el Gran Teatre, donde aterrizó por primera vez en la temporada 1997-1998. La producción, que fue estrenada en el Grec en 1983, mantiene intacta la vigencia de su envoltorio.

La obra está ambientada en la cotidianidad del barrio de un pueblo de la Italia fascista de Mussolini de los años 30. En ella Nemorino intenta seducir a su amada con la ayuda del mágico brebaje (en realidad, un placebo) que le vende el estafador Dulcamara.

AFINIDAD CON EL COMPOSITOR

Pratt se siente feliz de empezar el año interpretando un nuevo papel. «Adina es un personaje divertido y lleno de vida. Refleja a una mujer libre e independiente, algo muy raro en el repertorio del 800. La música es bellísima, sobre todo en los dúos, y teatralmente me permite mostrar la otra cara de mi personalidad artística».

La intérprete añade que este rol es ideal para ella por su estilo «amoroso y lánguido», diferente de la «agresiva» Norina de 'Don Pasquale', con la que acaba de debutar en Bilbao.

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«A este paso le van a llamar Jessica Donizetti», le apuntamos al recordarle que lleva una década de éxitos con Lucia de Lammermoor. La diva reconoce su afinidad con el compositor de 75 óperas. «Durante un tiempo me he centrado en Lucia, pero últimamente he incorporado cuatro títulos suyos y pienso descubrir nuevas obras suyas gracias a mi estrecha relación con el Festival de Bérgamo», explica.

Su repertorio abarca una treintena de papeles con piezas de los belcantistas Rossini y Bellini y de Mozart, entre otros.

La soprano se siente cómoda en las obras con mucha coloratura. «Son como un bálsamo para mi voz», proclama. La cantante - destacada por 'The New York Times' por «el sonido chispeante que desprende, sus delicados sobreagudos y la facilidad con la que desarrolla las agilidades»- cuida su instrumento con diarios ejercicios de vocalización y de fiato (dosificación de la respiración mientras canta).

Se trata, aclara, de mantener la garganta relajada para proyectar un sonido bello y emotivo: «Es una tarea artesanal, que requiere tiempo, paciencia y dosis de perfeccionismo».

No le gusta que la califiquen como la heredera de su mítica compatriota Joan Sutherland. «Esta es una visión que no comparto. He tenido la suerte de recibir sus consejos. Ella era un ejemplo de perfección técnica que siempre me ha inspirado, pero yo me centro en mi carrera y llevo el camino que me marca la evolución natural de mi instrumento», concluye.