LOS RESTAURANTES DE PAU ARENÓS

Un restaurante con final feliz

Marc Santamaria y Rakel Blasco expanden su imperio chino con La Dimsumeria/Final Feliç tras el éxito de Casa Xica

PALILLOS A PUNTORakel Blasco, Pato Zucarini y Marc Santamaria (derecha), en la barra a la entrada de Final Feliç. Sobre estas líneas la cabeza de rape con pilpil.

PALILLOS A PUNTORakel Blasco, Pato Zucarini y Marc Santamaria (derecha), en la barra a la entrada de Final Feliç. Sobre estas líneas la cabeza de rape con pilpil.

Pau Arenós

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[Este restaurante ha cerrado]

Marc Santamaria y Rakel Blasco sabían que llamar Final Feliç a su nuevo restaurante tendría consecuencias. Por el momento, leves. Nadie ha entrado en busca de sexo, pero sí que cruzó las puertas de cristal una mujer preguntando si era una peluquería. La señora hizo una perversa asociación de ideas.

En la portada de la carta, más gotas de humor amarillo, en este caso, reivindicativo: Cocina Km 9.823. ¿Km 0? ¡Ja! La distancia entre Barcelona y Shanghái, donde la pareja dirigió restaurantes.

De la experiencia nació la muy recomendable Casa Xica y de aquella estrechez, este espacio con barra, luces amortiguadas y un reservado con atmósfera 'chinoise' y al que se llega tras atravesar los aceros templados de la cocina.

Hace tiempo que a Marc le rondaba la idea de los ahumados y con ingenio ha fabricado un cacharro: ha conectado una cocina económica de leña, que estuvo apagada en Dos Pebrots, con una cámara con puertas transparentes. Innovación a lo Bricomanía.

Antes de sentarme, me encuentro con dos conocidos: Biel Jover, al mando de la bodega, y Patricio 'Pato' Zucarini, a los fuegos.Coincidí con el primero en compañía de Oriol Llavina en El Cigró d'Or y, con el segundo, en el restaurante 5 de Berlín en un viaje con Paco PérezEl equipo es formidable.

Se han dividido las embajadas y Rakel gobierna Casa Xica: «Un equipo formado solo por mujeres», ríe. Acaba de ser madre -acaban de ser padres- y las noches todavía pertenecen al pequeño Màxim.

Final Feliç manifiesta -aún siendo un infante gastro con un par de meses- una personalidad definida, acortando esos kilómetros que separan la cocina local de la asiática. Una esfera que representa una yema sirve como salsa a unas navajas semicuradas y a un carpacho de 'peus de porc'. ¿A qué tradición o escuela pertenecen? A la del plato que sabe bien y te enciende las patillas, como las 'gyozas' con oreja de cerdo. La ostra con ajoblanco y 'kimchi' casero sufre el desequilibrio entre molusco y salsa.

Trabajan con dos 'kimchis', el de melón cantaloup y el de achiote con piña. Con el segundo preparan una pluma ibérica excepcional: 15 días adobada en esa fermentación la vuelven suave como un cojín.

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La preparación que se lleva los aplausos es la cabeza de rape con pilpil (merquén, jengibre, cilantro, soja). Una placentera marranada. Abandona los palillos y come con las manos. Chupa hasta que la estructura ósea quede limpia. «Nuestra idea de final feliz es esta», comenta Marc.

Y por si no había sido lo bastante dichoso, el bizcocho con dátiles y cacahuete: un conguito en versión picante.

Para acompañar las disparidades catalanoasiáticas, varias botellas, que Biel explica con amor y conocimiento. Dos me interesan sobremanera: Stolen, con xarel.lo, y El Repte 2013, con sumoll. Para el postre, reserva un trago arqueológico: Gran Licor Gallemí, botella antigua fuera del mercado.

No va sobrada la ciudad de restaurantes exploradores (de finales felices vamos mejor), de chefs experimentados en lo oriental y que sepan mezclarlo con lo occidental de forma genuina.

La señora que buscaba un cardado puede entrar con absoluta confianza.