CIUDAD ON

Yoga con siete vidas

Que vengan a clase cuatro gatos aquí significa que toca compartir esterilla. En Gatuari, se saluda al sol con ronroneos y se intenta hacer asanas entre 10 felinos

Que vengan a clase cuatro gatos aquí significa que toca compartir esterilla. En Gatuari, se saluda al sol con ronroneos

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ANA SÁNCHEZ

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Elinor se tumba en la esterilla. Está a punto de empezar la clase de yoga. Antes de que la profesora abra la boca, ella pone una postura de contorsionista. No cuenta como calentamiento yogui: Elinor solo se está chupando el trasero. "Empezamos tumbados -la profesora da comienzo a la clase-… si os dejan los gatos", se ríe. Que vengan a clase cuatro gatos aquí significa que te toca compartir esterilla.

Esto es Gatuari (calle de Sant Lluís, 14). "Es la fusión de gato con 'santuari'", justifican el nombre sus fundadores. Es un centro de convivencia y adopción de gatos abandonados. A lo 'cat-café' (hay gatos, bebidas y 'mercatdising'), pero con función de protectora. Desde que abrieron -el 8 de julio hará un año-, han encontrado familia 23 mininos.

Hoy toca clase de 'hatha' yoga. 'Gata' yoga, más bien. Todos los domingos aquí se saluda al sol con ronroneos. "Para el que quiera ejercitar su mente y sea amante de los felinos", justifican la experiencia.

Las esterillas están alineadas entre un árbol -de verdad-, estantes a prueba de siete vidas y cojines por el suelo. "Es un reto concentrarse", dicen los alumnos con sonrisa de satisfacción. Hay 10 gatos a la redonda potencialmente acariciables.

Elinor cambia la esterilla por un cojín. Ahora es Linci la que se pasea con aires de leona entre los alumnos tumbados sobre las esterillas. Lili, la profesora, invita al relax. "A pesar de las distracciones externas", dice. Es que Linci se acaba de tumbar en el pecho de Albert. Te relajas más con los ojos abiertos que cerrados: en cuanto miras las caras de relax de los gatos. "Tienen una energía muy diferente", dirá luego la profesora. Elinor ya está roncando mientras Aida se chupa la pata y su hermano Izan pone cara de soñar con ratones. Los dos hermanos vienen de un 'síndrome de Noé' (gente que acumula animales en casa).

ASANAS TIPO GARFIELD

Los alumnos practican asanas y los gatos, posturas tipo Garfield. "Pierna hacia atrás -Lili enseña una asana-con la frente apoyada en el sue… en el gato", se ríe. Se le ha colado Linci en la esterilla. Misu se pone a jugar con una pelotita en mitad de la clase. Ya advierte su ficha que le gusta ser el centro de atención. (Hay un librito a la entrada con el perfil de cada minino y 13 consejos para hacerte amigo de los gatos).

Es difícil, titánico, aguantar una postura yogui cuando se te cruza un gato. La mano se va sola a tocarlo, a lo 'gadgetobrazo'. "Esa es la gracia", dice Eva, una alumna. Termina la clase y todos se van pitando a acariciar a un felino, como si fueran adictos con abstinencia.

"En general, nos dejan practicar tranquilamente", resume Lili las clases gatunas. No es la única actividad "miauravillosa", que dicen aquí. Gatuari también organiza charlas, talleres de Flores de Bach, !mindfulness'… "Siempre que sean actividades compatibles con gatos viviendo", dice Enric Sintes, uno de los socios. Él, Meritxell Jaén y Clara Clemente forman esta cooperativa animalista. Su próximo objetivo: organizar un ciclo de cine. Habrá gato encerrado.