TOUR URBANO

Barcelona sobre ruedas

Hay tiendas que tienen aire de santuarios en las que la bici es mucho más que un vehículo

David Torras

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Barcelona va sobre ruedas, montada en una bici que va ganando terreno y conquistando piernas. Los carriles crecen como setas y en esta nueva fiebre urbana cada día hay nuevos adeptos a la causa del pedaleo. Las últimas cifras confirman que la cadena es imparable: en Catalunya 400.000 personas utilizan la bici a diario. Pero este mundo no se acaba en un esqueleto con manillar y dos ruedas. Junto a las tiendas de siempre, y paralelamente a la creciente cultura ciclista tradicional de carretera y montaña, han aparecido pequeños negocios construidos en muchos casos sobre la pasión por la bici y un carácter artesanal. El problema es que hay un enemigo tan ingrato como los coches: los cacos.

DOMÉNICA

Bailèn, 86

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En los últimos años, David Domingo se ha enfrentado cada vez más a menudo a la misma escena en la prestigiosa tienda familiar. "Atendías a una mujer y siempre te decía: '¿Esto es todo lo que hay para nosotras?' Y tú en aquel momento pensabas: 'Es que para lo que vendemos no puedo tener mucho más'. Y ella te podría responder: 'Pues si solo tienes esto, menos que vas a vender'".

Y cansado de este pez que se muerde la cola y de una situación que cada día era más habitual decidió dar el paso que tenía en la cabeza desde el 2007, animado por otro fenómeno más global. En todas las ferias y presentaciones de las grandes marcas que visitaba, los catálogos dedicados a la mujer cada vez son más extensos. "Al principio, nos parecía un cuento chino, porque siempre se ha impuesto la idea de que les valía lo mismo que a los hombres...".

Pero no. La geometría del cuadro es distinta, los manillares tienen otra anchura, las suspensiones de las bicis de montaña están más adecuadas a su peso, los sillines son totalmente diferentes… Y en el textil es otro mundo. Por una cuestión estética, sobre todo, pero también de comodidad. "Y aquí es donde ellas notan que hay una falta de producto", admite Domingo. Así que se lanzó a esta aventura pese a las voces en contra. "Hay gente que me ha dicho, '¿por qué montas esta tienda si todos los proyectos que se han montado de deportes y mujeres han fracasado?' Y es verdad que hay unos cuantos casos. Pero conozco el mundo del ciclismo y mi feeling no es este y creo que la mujer responderá".

Y así acaba de nacer Doménica, un nombre con triple sentido: una vinculación femenina del apellido familiar, en italiano, una de las cunas del ciclismo, y en alusión al día más ciclista de la semana. La idea es que no todo acabe con una compra. También tiene la voluntad de crear grupos para organizar salidas y ayudar a vencer uno de los grandes obstáculos que frena a muchas mujeres: el miedo a rodar tanto en carretera como en la montaña. David ha superado el miedo a una apuesta única. Solo para ellas.

VELOCIUTAT

Viladomat,14

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Carles Fernández tuvo que irse a Berlín para abrir una nueva ruta en su vida. Cansado del estrés de su trabajo de director de producción de televisión y cine, decidió hacer las maletas con su pareja con la idea de tomarse un par de años sabáticos y "reubicarse". No tardó mucho en darle la razón a Oscar Wilde: "La vida es demasiado corta para aprender alemán".

Así que empezó a buscar en qué ocupar el tiempo libre. Y para matar el aburrimiento no se le ocurrió nada mejor que comprar bicis antiguas ("siempre me habían gustado") y restaurarlas. "Se me daba bien, quedaban chulas y empecé a venderlas. Cuando llevaba seis meses me di cuenta de que me estaba ganando más o menos la vida y que era feliz, mucho más que en mis años en la tele".

Un día que vino a Barcelona para ver a sus padres descubrió que algo estaba cambiando. "La gente va en bici", se dijo. Así que, empujados por un proyecto mucho más especia l-tener un hijo-, decidieron volver a casa y abrir una tienda de bicis. Se lo querían tomar con calma hasta que paseando por Sant Antoni para hacer un vermut, tuvieron un flechazo. Un local "espantoso, un zulo" se convirtió en Velociutat, que inauguraron en octubre.

"Nos dedicamos básicamente a la bici clásica de carretera, para mí la más bonita que se ha hecho nunca, y que restaurada funciona muy bien. Las desmontamos totalmente y les cambiamos todos los detalles, con un año de garantía", explica Carles, sin renunciar al espíritu de taller de barrio de toda la vida y al cliente que simplemente necesita arreglar un pichazo. Al contrario.

Pero cuando más disfruta es cuando encuentra alguna pieza especial. Cada vez es más difícil. Pero sigue rastreando y siempre hay alguien que aparece con una de su abuelo, de su padre… "Y pensar que no hace mucho las tiraban…", dice. Ahora son piezas buscadas que Carles restaura como un orfebre .

BROMPTON JUNCTION

Diputació, 176

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Desde la calle Diputació no se ve la Brompton Oratory, la iglesia londinense que inspiró a Andew Ritchie cuando andaba dándole vueltas a la idea de encontrar la bici plegable perfecta. Pero Brompton Junction está rendida a la obra de ese exjardinero, que tal vez exclamó aquello de "eureka, lo encontré" hace ya 45 años y que ha acabado inundando las ciudades de una pieza casi de bolsillo.

Barcelona encabeza el ranking, encumbrada como la ciudad con más ventas de Brompton per capita, seguida de Londres, Milán, Ámsterdam, Múnich, Hamburgo, Nueva York, Pekín, Bangkok y Shanghai, y, empujado por este entusiasmo, Óscar Alacaraz puso en marcha hace menos de un año la tienda de la marca (hay 12) más grande del mundo.

No es una gran superficie, pero la exposición permanente es imponente y tiene una trastienda encantadora: un 'club house'. El peaje de entrada es regalado. Basta con traer un libro de ciclismo para acabar construyendo la mayor biblioteca del país. Ya son más de 500 socios, que los jueves y los fines de semana también se organizan para salir en ruta. En la tienda hay incluso duchas. Para las bicis, claro.

En la entrada, la bienvenida la da una pieza de colección. Uno de los modelos de la primera serie de 400 que se fabricó. Desde entonces, los componentes han evolucionado, pero se mantiene el sistema casi de artesanal y que exige una formación muy especial. "Es la bici ideal para Barcelona, la puedes infiltrar en tu vida", asegura Óscar, que muestra un catálogo de Bromptons casi infinito. Hay 16 millones de configuraciones posibles.

Sí, han leído bien, 16 millones. El precio, el triple que la mayoría de bicis plegables, desde 1.400 euros hasta 2.500 (hay de 1 a 6 velocidades y el peso es de 10 kilos y medio), se justifica por el tiempo de vida: 30 años de uso diario.Y a prueba de robos. Te la llevas puesta a todas partes.

BARCELONETA BIKES

Atlàntida, 49

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"Si quieres vestirte, puedes ir a un Zara o a un sastre que te lo haga a medida y a tu gusto. Nosotros queremos ser el sastre que te hace la bici". Hace seis años que Tony Valcarcel anda metido en Barceloneta Bikes, intentando ser fiel a esa filosofía y a la idea de que una bici es mucho más que dos ruedas. "Queremos que la bici te enamore, que te apetezca llevarla, que digas cosas de ti, de tu carácter…".

Y por eso trabajan poco sobre catálogo. De hecho, es muy raro que vendan una bici de origen. Lo normal es que el cliente acabe convirtiendo la compra en un pequeño puzzle: este cuadro, estas ruedas, este manillar, este sillín… Y así hasta dar con lo que quiere. Tienen clientes de todo tipo y de todas las edades, y con el deseo de fomentar el aspecto social de la bici, un medio también de conocer gente, todos los jueves organizan salidas en las que acostumbran a formarse grupos según el traje: las brompton, las 'fixies', las cicloturistas… "Cada semana cambiamos de ruta; lo que no cambia es que siempre acabamos en un bar, con una birra y un bocata".

Los extranjeros son los más convencidos de que la mejor manera de moverse por Barcelona es en bici y "no entienden que la gente no lo haga". Pero en su país no tienen que preocuparse por que en un abrir y cerrar de ojos les desaparezca. "Cuando pensamos en el presupuesto de la bici no pensamos en el de la seguridad y debería ser proporcional, igual que si llevas una moto de 1.000 cc y vas con un casco de escúter", explica Toni, que se muestra muy combativo en esa lucha que supone ganar espacio en la ciudad. "Barcelona aún es una ciudad de coches; a ver si algún dia tenemos una ciudad de bicis. Mi grito es: dejad vivir a la bici".

THE BIKE CLUB

Sepúlveda, 6

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"El The Bike Club tuvo origen en Londres a finales del siglo pasado. Esta idea se inspiró en mensajeros en bicicleta y taxistas negros que rondaban la ciudad. Tiempo después partió hasta Centroamérica estableciéndose primero en Cuba para luego retornar a Londres y tomar nuevos aires antes de establecerse finalmente en Barcelona". Así se presenta The Bike Club, el tres en uno, tienda, taller y café-bar, que de la mano de un inglés, Mark, se ha convertido en una referencia de la bici urbana y en un punto de encuentro de los locos de las 'fixies'.

La moda que nació a partir de los mensajeros de Nueva York y Londres ha sufrido un frenazo, pero ha dado paso a una evolución cada vez más celebrada. "Creas un vínculo con la bici, pasa a ser una extremidad más de tu cuerpo y la disfrutas más. Pero es verdad que necesitas práctica para controlarla. Por eso, ahora se impone más la 'single speed'. La venta ahora es cinco a una", comenta Unai Álvarez, responsable de la tienda.

¿Y que es la 'single speed'? Simplicando, una bici con dos piñones, uno fijo tipo 'fixie' y otro libre que se utiliza con frenos convencionales. "Así que simplemente con darle la vuelta a la rueda tienes dos bicis en una", explica Unai, que, como todos, lamenta el problema de los cacos y que insiste en la necesidad de concienciarse a la hora de tomar medidas. Y no mirar el bolsillo. "Los candados que ofrecemos son caros, mínimo 60 euros, pero es que me da vergüenza vender según qué cosas porque vas a venir al cabo de unos días diciendo que te han robado la bici". No es una garantía, pero es un obstáculo. Uno de los más firmes debería resistirse ante el mismísimo Superman: Kryptonite.

MY BEAUTIFUL PARKING

Boria, 17

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Hasta hace unos meses, My Beautiful Parking era el proyecto de una alemana licenciada en Ciencias del Teatro y Cine y un experiodista chileno esperto en fútbol que montados sobre la bici reconvirtieron el título de una de sus películas favoritas: My beautiful laundrette (Mi hermosa lavandería). Ahora, está en manos de un italiano, Niccolo Straforini, y un catalán, David Pérez, decididos a recuperar terreno y reanimar el mundo de las 'fixies'. "Estaba un poco parado, pero sigue ahí y mueve a mucha gente", dice David, un apasionado de la restauración de bicis antiguas. "Tienen más salida porque son más fáciles de llevar y tienen un encanto especial".

Pero en su 'beautiful' tienda casi todas las tardes se dan cita miembros de la tribu de las bicis de piñón fijo, muchos de ellos mensajeros que entre recado y recado, se toman un respiro para hablar... de bicis. Se organizan carreras, salidas por la ciudad, foros, cualquier cosa con tal de que la cadena no deje de rodar.

Y, como los demás, su gran ilusión es que cada uno encuentre la bici de su vida. "Has de adaptarte a lo que quiere la gente porque, al final, la bici ha de ser tuya y solo tuya". Y en cuestión de precios todos se mueven en la misma franja: desde 350 euros hasta lo que uno esté dispuesto a pagar por lo para muchos es un trozo de su vida.