CIUDAD ON

Que no salga de aquí: hay más de 10 conciertos secretos al mes

Ahora tienes tantas posibilidades de toparte con un concierto secreto como de encontrarte a Ferreras al encender La Sexta. Ya hay hasta festivales en los que no sabes qué vas a ver ni dónde

EN UNA TIENDA DE ROPAErica Russo, en NU#02. Es la última sesión de The Rocking Chair Sessions, el pasado día 11. Al fondo, la mecedora, en primera fila.

EN UNA TIENDA DE ROPAErica Russo, en NU#02. Es la última sesión de The Rocking Chair Sessions, el pasado día 11. Al fondo, la mecedora, en primera fila.

Ana Sánchez

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1. Acústicos con mecedora

Calle de València, 229. Es la única pista que te dan en el mail. Lo que te encuentras es una tienda de ropa con pedigrí: NU#02, la de los diseñadores Txell MirasMiriam Ponsa y Josep Abril. ¿¿Aquí?? Sabes que estás en el lugar correcto cuando ves a alguien que, como tú, cabecea al aire a lo guiri perdido.

Se acerca la hora y Mabel sale a la puerta con una lista de papel -«somos muy analógicos», se ríe-. Parece una discoteca con fiesta privada. «Al fondo a la izquierda», va diciendo a los que se le acercan a lo estraperlo. Saluda a muchos con nombre y apellidos sin mirar la lista. «Son años ya», resopla. Hace cuatro años y medio que organiza conciertos secretos. «La gente no viene solo por la música -asegura Mabel-, sino porque forma parte de algo especial».

Dentro recibe a los espectadores secretos un músico belga: Lieven Scheerlinck. Él y Mabel Alonso -gallega, solía ser productora- dan confianza exprés, como sus conciertos. Son los ideólogos del ciclo Indies Keeping Secrets. Acústicos secretos «lo suficientemente cercanos como para oír latir el corazón de los músicos», ese es el lema. «La idea es poner a músicos en sitios donde nunca te esperarías un concierto». Una iglesia, un taller, una escuela de arte, un videoclub, una tienda de comida ecológica. ¿Que no se han cortado un pelo? Pues también: han montado conciertos en dos peluquerías.

FESTIVALES SECRETOS

Solían ser conciertos mensuales, ahora han mutado en festivales. «Después de cuatro años, queríamos reinventarnos un poco», explican. En septiembre organizaron el segundo: cinco conciertos secretos para 60 personas en cinco lugares secretos en un barrio secreto. «Ibas con la gente desde las doce de la mañana hasta las dos de la mañana», recuerdan. El próximo será en enero o febrero (25 euros).

Entre medias, Mabel y Lieven han montado un sello: Son canciones, se llama. La idea era publicar los discos del belga. «Pero nos fuimos liando», se encogen de hombros. Dejaron sus trabajos y ahora tienen cuatro artistas. Hasta se han inventado un 'Granjero busca esposa' versión musical. «Llevamos a una granja a dos músicos que no se conocen de nada, están allí una semana y escriben un EP juntos». El mes que viene organizan el tercero.

«DOS CUADROS ESTÁN VIVOS»

Hoy toca concierto secreto con mecedora. Ahí está, en primera fila. The Rocking Chair Sessions, se llama este ciclo (10 euros). Mabel y Lieven lo organizan desde hace un año. «Las bandas sí que se anuncian -explican-, pero el público tiene que venir para descubrir el espacio donde está aparcada la mecedora». Se mantiene el ambiente íntimo: 52 espectadores hay esta noche.

«¡Vaya tela!», se te escapa sin querer. Es lo más apropiado tras cruzar la tienda entre perchas con ropa y encontrarte de golpe un mini escenario. La tienda cierra la persiana. Se crea un ambiente clandestino. Comienza a tocar Erica Russo, solo ella, su guitarra y su indie folk. Ni una tos. Hay un silencio tan respetuoso que da apuro respirar. «Casi me hace llorar», soltará una espectadora al terminar.

«Puedes oler el arte», dice riendo la cantante entre canción y canción. No es una metáfora. Hay mascarillas a la puerta. «Dos cuadros están vivos», advertía poco antes el artista Enrique Muda. La sala acoge su exposición 'Moho'. Piezas de materia orgánica -yogures, tomates- que han mutado en hongos.

LA MÚSICA SE MARIDA CON VINO

Acaba el acústico y la música se marida con vino. Montsa Jovani (Jovani & Vins) elige en cada concierto una botella que encaje con la banda. Hoy descorcha Mysti blanco. «Un moscatel que entra muy dulce -describe-, pero en el fondo está el xarel.lo y te vas a la acidez. Como la música de Erica». El trago con nota se acompaña con un pica pica vanguardista de Marta Ayra -una chef que acaba de dar la vuelta al mundo- y subasta de libros de Reservoir Books.

Hay más: el 25 de noviembre organizan el FemPop, «un festival donde solo tocarán mujeres como protesta contra el sexismo en la industria musical», adelantan. Cinco conciertos en cinco lugares de Casa Gràcia. ¿Que qué dice el público? «Que hagamos más», responden.


2. Conciertos en la floristería

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Te mandan la dirección secreta por mail el día antes. Así que esperas que el mensaje se autodestruya a lo peli de James Bond. Pero no, ahí sigue. Tienes que esperar en el rellano del piso -te dan instrucciones en plan espía- y preguntar por una tal Cintia.

Cintia tiene más pinta de estudiante que de espía. Gran de Gràcia, 19.00 horas, llegas con puntualidad de policía secreta. No sabes dónde vas, no sabes qué vas a ver, cero expectativas. El plan solo puede ir a mejor.

«Sube», te indica Cintia. Y subes. Cuatro pisos sin ascensor después, llegas a una terraza inmensa con vistas a punto de atardecer. «Tenemos la cerveza enfriándose», te informa Alejandro. Sonríes con cara de Homer Simpson. «El baño está ahí», señala la casa del vecino. «Acampa donde quieras». Hay cojines frente un miniescenario. Se va sentando el público: 30 espectadores. Se cruzan sonrisas cómplices de quien comparte algo íntimo.

Acqustic. Así se llama la empresa que organiza estos conciertos secretos. Es una plataforma 'online' que conecta músicos y particulares. «Para que puedas contratar a un músico que venga a tocar al jardín de tu casa o al salón», explica Esteve Lombarte. En la web tienen 300 bandas con su precio: desde 72 euros (solistas) a 1.000 euros ((bandas completas de 4 o 5 personas). «Incluye una hora de concierto y el desplazamiento hasta 50 kilómetros».

DIEZ CONCIERTOS AL MES

Lanzaron la web en febrero. Desde entonces, han montado 75 actuaciones: para particulares, empresas y también conciertos secretos. «Para que la gente pueda probar la experiencia en pequeño formato -explica Esteve- y promocionar a los artistas de la plataforma».

Hacen dos conciertos por semana. Prevén organizar diez al mes. Cada uno en un sitio distinto -prometen-, desde un ático hasta una floristería, una librería, una tienda de equipos electrónicos. Cada acústico incluye dos actuaciones de artistas locales. «Intentamos hacer contrastes», apunta Esteve. 18 euros (con 3 cervezas).

«Surprise», dice Karol Green, o Gaia (así llama a su proyecto). «Es una sorpresa para mí también», sonríe. Canta con guitarra y 'loopstation' (ese aparato ubicuo que graba y reproduce melodías en bucle). Parece que lleva una banda escondida. Va sonando a soul, a góspel, a música brasileña.

Anochece, encienden luces de colores, coge el relevo Carles Ridao: guitarra, postura casi de yoga y canciones entre la cançó y el flamenquito. Terminará tocando con Gaia. «Estamos improvisando -confiesa ella-. Nos hemos conocido ahora», ríen. «No estaba planeado -reconoce Alejandro tras la ovación final-, pero 'magic happens'».


3. El Primavera en el salón

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Son unos veteranos de los secretos con banda sonora. Este movimiento artístico nació en Londres en el 2009. Se ha extendido por 379 ciudades: de aquí a Sídney. Su canal de YouTube acumula 415.000 suscriptores, cada día tiene 100 millones de visualizaciones.

Los Sofar Sounds de Barcelona empezaron hace cuatro años y medio. Han dado 51 acústicos con casi 150 artistas, hace números Roberto Esposito, uno de sus impulsores. Son 5, 6 personas que trabajan «por amor al arte», añade. «Aquí no cobra nadie». Hasta las cervezas son gratis. Más de 10.000 personas están inscritas a sus 'newsletters'.

«El lema es devolver la magia a la música en directo -explica Roberto-. Acercar la música a la gente de una forma distinta». Nadie conoce el cartel hasta que empieza la actuación. La dirección se recibe en el mail un día antes. Puede ser un convento, una azotea, un 'coworking', un piso privado es lo más habitual. El público paga la voluntad. «Donación mínima recomendada de 5 euros», aconsejan en el mail.

Sus acústicos se han extendido hasta los refugiados. El pasado 20 de septiembre organizaron un concierto solidario con Amnistía Internacional en la Casa Batlló. El cartel esta vez no fue secreto: Sílvia Pérez CruzMishimaLa Casa Azul. Se apuntaron 3.000 personas. Solo pudieron asistir 100.

Este año han empezado a colaborar con el Primavera Sound. «Inauguramos una propuesta del festival: Primavera a casa teva», cuenta Roberto. Funcionó y hay ciclo de otoño: un concierto al mes, aparte del secreto habitual.