PÁJAROS URBANITAS

9 lugares donde observar aves a vista de humano

La ciudad de Barcelona y los municipios próximos cuentan con zonas naturales bien conservadas, atractivos miradores y parques urbanos para iniciarse y poder disfrutar de la ornitología, la ciencia de la observación de las aves. El catálogo urbano incluye más de 200 especies, de las que al menos 90 crían con regularidad

Si eres de los que piensa que en Barcelona solo hay palomas: te equivocas. El catálogo urbano de aves incluye más de 200 especies

prismaticos pájaros on barcelona

prismaticos pájaros on barcelona / periodico

Antonio Madridejos

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Josep Albert Navarro-Mas, terrateniente del municipio de Sants, escribió en 1787 que en el área de Barcelona era posible observar flamencos, perdices, avutardas, cisnes, faisanes, ortegas, avefrías y becadas. La urbanización cambió para siempre la riqueza ornitológica, es cierto, pero nunca acabó con ella.

Pese al ruido, la contaminación y el ajetreo constante, hay muchas aves que consideran Barcelona un ambiente acogedor. Ello es debido a la menor presencia de depredadores y a la disponibilidad permanente de alimento y agua en basuras y estanques, así como por su posición estratégica dentro de la ruta migratoria que sigue la costa. Barcelona mantiene asimismo áreas cercanas en un nivel de conservación aceptable o espléndido -delta del Llobregat y las sierras de Collserola y Marina-, tiene una temperatura un poco más alta de lo que cabría esperar por su situación geográfica y cuenta con edificios altos que pueden funcionar como atalayas donde colocar nidos y observar el territorio. "La ciudad crea espacios para la vida sin proponérselo", resume Margarita Parés, responsable de Biodiversidad del ayuntamiento barcelonés, en su obra Guia de la Natura de Barcelona.

Al margen de las palomas, hay incluso especies oportunistas que han alcanzado densidades superiores a las que suelen presentar en el medio natural o rural, como urracas, mirlos, currucas cabecinegras, gaviotas patiamarillas, tórtolas turcas, vencejos, garzas reales, cotorras o verdecillos, entre otras muchas. Con un poco de paciencia, la observación nunca defrauda.

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El edén metropolitano

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Tras resistir milagrosamente el mayor de los acosos humanos –el catálogo de agravios de las últimas décadas incluye carreteras, la ampliación del aeropuerto, el desvío del río y una sucesión de vertederos descontrolados–, el delta contempla el futuro con cierto optimismo gracias a diversos proyectos de conservación y la catalogación como espacio protegido. La zona constituye actualmente la principal zona húmeda de Catalunya entre los Aiguamolls de l’Empordà y el delta del Ebro. Y en cuanto al número de aves catalogadas, no tiene nada que envidiarles.Los espacios naturales del delta del Llobregat, un ecosistema muy variado que combina lagunas, playas y dunas, ambientes fluviales, cultivos agrícolas y pinares, son sin duda el mejor destino para quien quiera observar aves sin alejarse en exceso del núcleo urbano de Barcelona. Se trata de un vergel "cuyo máximo exponente son las aves acuáticas", destaca el biólogo Ricard Gutiérrez, responsable de la web

www.rarebirdspain.net y autor del libro Quan i on veure ocells a Catalunya.

Gutiérrez explica que al delta acuden aves que huyen del frío noreuropeo y vienen a pasar el invierno, como el porrón moñudo, diversas cercetas, el pato cuchara y un sinfín de anátidas más, y las que llegan luego en primavera para criar y pasar el verano, como cigüeñuelas, gaviotas de Audouin y abejarucos. Están asimismo las sedentarias, presentes todo el año, como los zampullines, los porrones comunes, los tarros blancos y los somormujos lavancos. Una gran variedad. 

Gutiérrez recomienda dos vías para tener un primer contacto con el delta: una son las lagunas del sistema Remolar-Filipines, a las que se puede acceder en coche con un pequeño trayecto a pie, y la otra es la zona de Cal Tet y la desembocadura, comunicada con la L9 del metro y luego un paseo a pie muy agradable de unos 45 minutos. En ambos emplazamientos hay puestos acondicionados para la observación. El consorcio del parque ofrece visitas guiadas para grupos.


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El cauce en recuperación

{"zeta-legacy-image-left-barcelona":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/9\/9\/1488991838699.jpg","author":null,"footer":"La garcilla bueyera pertenece a la familia Ardeidae y se puede observar en entornos fluviales."}}

La instalación de depuradoras y los trabajos para naturalizar el cauce están dando sus frutos en lo que antaño fue una cloaca metropolitana. En el parque fluvial del Besòs se han citado unas 225 especies. "La zona tiene una importante función como área de descanso y alimentación en medio de la trama metropolitana", destaca Xavier Larruy, ornitólogo de referencia en el Besòs. Larruy destaca tres puntos de interés muy diferentes. El primero es la desembocadura, donde se detienen aves propias del litoral, incluyendo la escasa gaviota de Audouin. El segundo, la zona de uso público entre el puente del tren y el puente del Molinet, especialmente en la margen derecha, donde se observan martines pescadores y diversas garcillas. Finalmente está la zona de cañizo de depuración entre Santa Coloma y Montcada, la más salvaje y con un entorno bastante natural. El Área Metropolitana de Barcelona organiza actividades guiadas.


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Un catálogo de cotorras

{"zeta-legacy-image-left-barcelona":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/1\/3\/1488991959231.jpg","author":null,"footer":"Las\u00a0cotorras argentinas llegan a formar bandos de 40 y 50 ejemplares en el parque de la Ciutadella."}}

El mayor parque de Barcelona acoge diversas aves que son rarezas en el resto de la ciudad, como una pareja de cuervos, un gran dormidero invernal de grajillas y una población sedentaria de gansos (en la fuente), enumera el ornitólogo Ricardo Ramos. Además, dentro de la Ciutadella, el zoo acoge en total libertad la mayor colonia urbana de garza real de toda Europa, con unos 170 nidos en su zona central, así como numerosas garcetas y garcillas bueyeras.

Sin embargo, quizá lo más sorprendente sea la diversidad de psitácidas, la familia de los loros, especies exóticas que se han aclimatado a la vida urbana. Al margen de la cotorra argentina, omnipresente hasta formar vistosos bandos de 40 y 50 ejemplares, se pueden observar cotorras de Kramer, aratingas mitradas y, más raramente, aratingas de cabeza negra y de cabeza azul y loritos de Senegal. No hace falta buscarlos: se ven y oyen fácilmente. Muchas de ellas crían en la Ciutadella, dice Ramos, "aprovechando la abundancia de palmeras y la gran disponibilidad de comida, especialmente dátiles, pero también migas de pan y frutos del almez".


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Un balcón junto al mar

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El Jardín Botánico de Barcelona, donde ocasionalmente se realizan actividades ornitológicas, y otros rincones de Montjuïc son emplazamientos muy recomendables para los aficionados porque combinan una situación cercana al mar, óptima para ver especies en migración, y unos ambientes forestales variados, destaca Abel Julien, del Institut Català d’Ornitologia (ICO). "Es un entorno natural bastante bueno no solo por la tranquilidad, sino porque muchos de los jardines están estratificados, con hierba, arbustos y árboles de diverso tamaño. No es un simple parque con césped".

En el caso concreto del Botánico, Julien destaca la cría de numerosas aves forestales, como cinco especies de carboneros, así como palomas torcaces, gorriones, gorriones molineros y currucas. En los acantilados del Morrot se ven halcones y cernícalos. "Las mejores épocas son la primavera y el otoño", concluye.


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Gaviotas y otras aves marinas

Los terrenos de la antigua fábrica Macosa, en el frente marítimo de Barcelona, acogen desde el año 2002 una gran promoción inmobiliaria y un parque "situado en una posición estratégica para las aves que llegan siguiendo la costa y buscan refugio", resume Ricardo Ramos. Este ornitólogo, vecino del barrio, ha documentado en la zona 155 especies diferentes en 15 años de pormenorizado recuento.

La abundacia de agua, los espacios abiertos y la copiosa comida –la vegetación es muy variada– se combinan para hacer del parque un inmejorable reclamo. Se pueden observar, por ejemplo, gran diversidad de gaviotas (nueve especies) y ardeidas (la familia de la garza real), así como ánades reales, cormoranes, ocas, martines pescadores e infinidad de palomas torcaces. "Lo mejor es colocarse cerca de los tubos del lago mayor y alejarse de los perros".


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Rapaces en migración

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A finales de verano, durante los meses de septiembre y octubre, miles de aves procedentes del norte sobrevuelan la sierra de Collserola en busca de territorios más cálidos donde pasar el invierno. "Siguen las corrientes térmicas, planeando, y por eso pasan por aquí", explica Marta Doñoro, bióloga y técnica de comunicación del parque natural. En el Turó de la Magarola, una de las mejores atalayas para observar esta migración litoral, se avistan e identifican durante los dos meses más de 2.000 rapaces, especialmente halcones abejeros –siempre los más abundantes–, cernícalos, aguiluchos laguneros, gavilanes y alcotanes. Los censos se realizan en colaboración con el Institut Català d’Ornitologia (ICO). En la web del parque de Collserola se pueden descargar diferentes materiales divulgativos para identificar las especies, consultar las estadísticas de los últimos años y localizar el punto de observación .

Al margen de la migración, Doñoro explica que los atractivos ornitológicos de Collserola se mantienen todo el año con sus especies forestales y sedentarias. En la agenda del parque figuran todas las actividades. Por ejemplo, en invierno se puede acudir al comedero artificial de la Feixa dels Ocells, en la antigua masía de Can Coll, ahora reconvertida en centro de eduación ambiental, donde se han instalado unos miradores para observar la multitud de pequeños pájaros que acuden al lugar (entre los más habituales figuran petirrojos, mirlos, currucas, carboneros de varios tipos, agateadores, pinzones y verdecillos). Se trata de una zona agrícola no cultivada con una pequeña balsa de agua. Junto al Centro de Información hay otro comedero que, además, incorpora una web que funciona de forma permanente salvo los días festivos. "Luego, la primavera es quizá la mejor época para hacer itinerarios por el parque –concluye Oñoro–, puesto que es el momento de la cría y las aves cantan más".


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Forestales en la ciudad

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Nos encontramos en una porción del macizo de Collserola que ha sido engullida por la trama urbana. Por este motivo, explica el ornitólogo Jordi Cebrián, en el Putxet "es posible encontrar aves típicas de ambientes forestales poco habituales en otros barrios". Grandes árboles (pinos, cedros, olivos) y arbustos con frutos comestibles ofrecen refugio y alimento a carboneros, currucas, petirrojos, mosquiteros, colirrojos tizones y abubillas, entre otras especies. 

Cebrián, que ha visto 90 especies diferentes durante décadas de observación, destaca la presencia de cernícalos, gavilanes y halcones, tres rapaces que acuden a la zona en busca de presas, aunque al mismo tiempo lamenta la gran cantidad de perros que campan a sus anchas y destrozan nidos entre la vegetación. "Lo mejor para observar aves es venir a primera o última hora", comenta. Las vistas de Barcelona son magníficas.


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Halcones en vuelo

PLAZA DE LA SAGRADA FAMILIA 

"Este ambiente tan humanizado tiene más atractivos de lo que podría parecer a primera vista", comenta Sergi García, ambientólogo de la asociación naturalista Galanthus. Y la estrella es, sin duda, la pareja de halcones que crían en una de las torres del templo. García, participante en el programa de reintroducción de la especie en Barcelona, explica que es fácil observar a las rapaces haciendo vuelos, "incluso oír perfectamente sus graznidos", especialmente en primavera. "El macho actual es nacido en Barcelona, mientras que la hembra es un ejemplar no anillado, nacido fuera", precisa.

También destaca que en la plaza, entre tipuanas y pinos, hay un sotobosque "bastante bien conservado" que da cobijo a pequeñas aves que aprovechan la abundancia de fango y las migajas dejadas por la gente. Hay, por ejemplo, gorriones (todo el año), currucas cabecinegras, mirlos y palomas torcaces.


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Las lagunas resucitadas

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El antiguo meandro del Llobregat de Molins, que se perdió en 1969 al construir la A-2, ha renacido en forma de dos lagunas artificiales –reciben un aporte constante de agua de pozos– rodeadas de tamarices, chopos, olivos y cañizo. Y con ellas han vuelto las aves.

Sergi Sales, que desde 1999 realiza en la zona censos ornitológicos, ha documentado 170 especies diferentes, incluyendo fochas, cormoranes, golondrinas, abejarucos y gran variedad de ardeidas (garzas y garcillas) y anátidas (ánades, zampullines). Lo más curioso es que las aves han adaptado su actividad al trasiego de la cercana autopista: "Cantan más al atardecer y de noche, cuando hay menos ruido", explica Sales. Para acceder, lo mejor es llegar al parque de la Mariona y luego caminar 10 minutos hacia el sur, pasando el túnel peatonal de la B-23. Existe un camino perimetral para recorrer las lagunas a pie o en bicicleta. 


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