EL MUSEO IMAGINARIO

Manuel Moranta se inspira en un vergel a salvo de palos-selfi

El experto en comunicación e ilustrador conceptual ve desde su estudio este paraíso de la calle de la Boqueria

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nmartorell37915379 barcelona 04 04 2017 on barcelona el museo imaginario el p170411174957 / RICARD CUGAT

IMMA MUÑOZ

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Desde su estudio, <strong>Manuel Moranta</strong> ve este jardín secreto, hoy perfectamente ordenado, hace unos años una maraña de maleza y gatos inimaginable en el mismísimo corazón de la ciudad. "Hasta que el hotel se hizo cargo del recinto, hace una década, esto era completamente salvaje", explica.

El hotel es el <strong>Petit Palace Opera Garden</strong>, por cuyo vestíbulo se accede a un jardín de titularidad privada pero uso público durante las horas diurnas para el que los tópicos "oasis de calma" y "remanso de paz" se quedan cortos. Casi apetece hablar de milagro si se ha llegado a él esquivando las hordas de guiris de la Rambla, no te digo si uno ha confundido la calle de la Boqueria, donde está el hotel, con alguno de los callejones del mercado.

En uno de sus bancos, bajo alguno de sus árboles, se instala Moranta con un libro o un cuaderno cuando aparta al director creativo de la agencia de comunicación Inside (es uno de los cuatro socios de este gabinete, responsable de campañas como 'Respecta'm', de prevención de conductas sexistas) para dar protagonismo al creador que gana fans día a día con la compleja simplicidad de sus dibujofrases.

ENTRE MAGNOLIOS Y GATOS

Son lo que dice la palabra, pero también mucho más, así que echadles un ojo en manuelmoranta.com o en Facebook, donde vuelca asiduamente sus conceptuales propuestas. "Cada día dedico más tiempo a esta vertiente creativa. Tengo media cabeza en los dibujos. Me permiten salir del encierro de un despacho, y eso me encanta".

Aunque desde ese despacho se pueda contemplar un pedazo de Amazonía cuando la lluvia azota Barcelona, o soñar con marquesas que se pasan el día en pijama entre magnolios y gatos. "Dicen que la casa pertenecía a una, en el siglo XIX. Entonces sí que debía de ser increíble".