EL MUSEO IMAGINARIO

La tienda que se salvó por arte de magia

El mago Jorge Blass es adicto a El Ingenio, un clásico que rescataron del cierre los responsables de El Rei de la Màgia

UN CLÁSICO Jorge Blass se prueba un cabezudo en El Ingenio (179 años de historia). «Es como la trastienda de un teatro», compara el mago.

UN CLÁSICO Jorge Blass se prueba un cabezudo en El Ingenio (179 años de historia). «Es como la trastienda de un teatro», compara el mago.

Ana Sánchez

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Sabe volar, se teletransporta como si nada, incluso ha salido de una impresora 3D. Cuando no está cortando a gente en el Poliorama, es fácil toparse con Jorge Blass de compras por el Gòtic. Sí, también sabe cómo multiplicar dinero.

Hace un año que el mago madrileño descubrió El Ingenio (Rauric, 6), la tienda del cabezudo de Picasso en la puerta. Un clásico -179 años- que se salvó hace un año precisamente por arte de magia. Iba a cerrar porque se jubilaban los propietarios y se encargaron de ella los responsables de El Rei de la Màgia. «Me encanta porque tiene mucho de teatral -explica Jorge toqueteando máscaras y cabezudos-. Es como la trastienda de un teatro». Lo último que se ha comprado él aquí ha sido una máscara de un conejo. De los que no salen de las chisteras. «Un conejo siniestro», pone falsete de miedo.

"ARTÍCULOS DE COÑA"

Jorge se para frente a los artículos de broma. «Me encantan los artículos de coña», dice. Así los llama desde que vio la película 'Top secret', con ese espía (también de coña) que los vendía a gritos. «No paro de hacer bromas con mi hijo de 5 años», asegura. «Tirapedos, el típico chicle que moja, los cristales rotos... Son 'hits' que no se pueden perder en la vida».

No le quedan lejos de su guarida barcelonesa: el Poliorama. Allí estará hasta el 8 de octubre con su último espectáculo: 'Palabra de mago'. Deja con la boca abierta sin ni siquiera soltar un abracadabra. Teletransporta a gente vía Facebook -¡tantatachán!- y el teatro en pleno termina haciendo un truco de magia con sus propias manos. ¿Su más difícil todavía? «Me gustaría hacerme invisible», dice sin sonar fantasioso. «Pero, si te fijas, nadie hace el bien siendo invisible -se ríe-. Solo se te ocurren maldades».