Bárbara Senillosa, un paseo por los palacios de la calle de Montcada

Será el inconsciente, pero Bárbara Senillosa guardaría en el museo imaginario de 'On Barcelona' los palacetes de la calle de Montcada. Acaso desde algún pliegue de su memoria saltó un resorte cuando se le preguntó por el rincón de la ciudad que conservaría y que le hizo recordar cuando iba a visitar a su abuela al palacio Moxó, en la plaza de Sant Just i Pastor. Un palacio al que no le gustaba mucho ir porque prefería jugar con los niños del barrio en la calle. "La plaza de Sant Jaume era mi patio".

Años después acude de vez en cuando a pasear por esta vía del Born para meterse en algún que otro palacio con las puertas abiertas y "descubrir cosas". A muchos de los dueños los conoce porque eran amigos o vecinos de su abuela y su tío, el marqués de Sant Mori. La cita para la foto, por ejemplo, se produce en el Palau Dalmases, ahora propiedad de los Fontcuberta, sede de recitales de ópera en pequeño formato («cuando venía hace mil años echaban las cartas").

"CUANDO TENGO TIEMPO VENGO A PERDERLO AQUÍ"

La entrevista discurre tomando una cerveza en la Bodega La Puntual, pared con pared de un edificio medieval. "Cuando tengo tiempo, vengo por aquí a perder el tiempo", resume esta mujer que "quería ser gitana" y acabó siendo experta en protocolo por inercia familiar.

¿Vivirías en un palacete? "¿Sabes lo caro que es de mantener? ¡Es imposible! Piensa en la calefacción. Mis primas se pelaban de frío en el palacio". Senillosa celebra que estos edificios tan caros de conservar hayan renacido con nuevas actividades. Y le ve más usos: "Son perfectos para todo tipo de celebraciones. Una cena, un cóctel... Una puesta de largo, por ejemplo, es maravillosa. Te da prestancia. La piedra tiene historia. ¡Mucho mejor que una discoteca!".