LA TRADICIÓN MUSICAL del primero de enero

Zubin Mehta seduce en Año Nuevo

El director indio transmite alegría y elegancia en el concierto vienés

Zubin Mehta, ayer, bajo el confeti, en la gala del concierto de Año Nuevo con la Filarmónica de Viena.

Zubin Mehta, ayer, bajo el confeti, en la gala del concierto de Año Nuevo con la Filarmónica de Viena.

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Una cálida ovación ha recibido a Zubin Mehta (Bombay, 1936) cuando el director indio ha subido por quinta vez al escenario de la Musikverein de Viena para dirigir, con elegancia y maestría, el tradicional Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica vienesa. Ha sido la 75º edición del recital, bañada de humor, de guiños al público y de un ambiente distendido, sobre la que ha caído una lluvia de confeti al final de la Polca de las Explosiones y en la que no han faltado los aplausos ni el champán, con los filarmónicos brindando al final de la pieza Galope Champán, de Hans Christian Lumbye, el Strauss danés.

Mehta desplegó su poder de seducción y con gesto emocionado inició los compases del clásico concierto, con un programa dominado, sin faltar a la tradición, por los valses de los Strauss -la segunda pieza fue Cuentos de Oriente, de Johann Strauss, a la que siguieron otras de sus hermanos Joseph y Eduard- y que terminó, como era de esperar, con el Danubio Azul Danubio Azuly con el momento culminante, el que entona la popular Marcha Radetzky, siempre acompañada por las palmas del público, dos piezas que no figuran en el programa pero que se regalan como una esperada propina que pone el broche final al espectáculo. Tampoco se saltó Mehta otra tradición que ningún director se atreve a incumplir, el falso inicio del Danubio Azul, interrumpido por los cómplices aplausos del público, momento en que el director se gira, finge enfado y desea un «Feliz Año» con una sonrisa a la sala antes de retomar el famoso vals.

Mehta es el cuarto director que más veces ha dirigido el primer día de enero a la Filarmónica de Viena, una ciudad en la que se formó y donde estrenó su profesión. En homenaje a esa estrecha relación, la orquesta dedicó la primera parte del repertorio, iniciado con la obertura Una mañana, un mediodía, una noche en Viena, de Franz von Suppé. En la segunda parte sonaron las enérgicas Polca Electromagnética y A todo gas. mientras que el ballet, en la Universidad de la capital austriaca, se incorporó con la Polca de los estudiantes.

Setecientos espectadores, entre ellos la esposa de Mehta, Nancy Kobak, el tenor polaco Piotr Beczala y el presidente de Austria, Heinz Fischer, fueron los privilegiados que asistieron al concierto en la Sala Dorada, una pequeña parte de los que cada año solicitan una entrada en el sorteo de cada enero. El resto del mundo pudo seguir el concierto por televisión, gracias a la señal que se envió a más de 90 países. El letón Mariss Jansons será el director de la orquesta en el 2016.