ESTRENO EN LA SALA MUNTANER

El trabajo ¿dignifica?

David Desola denuncia en 'Zona Franca' el absurdo sistema laboral

Lluís Marco y Pau Vinyals, en 'Zona Franca'.

Lluís Marco y Pau Vinyals, en 'Zona Franca'. / DAVID RUANO

IMMA FERNÁNDEZ / BARCELONA

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Cuenta el dramaturgo David Desola (Barcelona, 1971) que a principios de los 90 padeció un viacrucis laboral similar al que sufren los jóvenes de hoy. «Ya nadie se acuerda de aquella crisis porque la presente la ha eclipsado. Pero yo era un ni-ni. Pasaba de un trabajo a otro, todos precarios, con sueldos míseros», recuerda. Aquellas experiencias le sirvieron, eso sí, de algo muy positivo. Escribió Almacenados, obra estrenada en Madrid en el 2004 con José Sacristán y representada con éxito en muchos países (en México estuvo cinco años y ha sido adaptada al cine). La Sala Muntaner la rescata ahora en una versión catalana bajo el título Zona Franca que dirige Israel Solà, de la compañía La Calòrica. Jordi Casanovas firma la traducción, y Lluís Marco y Pau Vinyals saltan a escena a defender las antagónicas razones de los personajes. Lo harán hasta el 13 de diciembre.

Con tintes autobiográficos, esta comedia agridulce narra el encuentro en un almacén entre el señor Mañé (Marco), a punto de jubilarse, y Nin, el joven sustituto, debutante en el mercado laboral. Mientras el primero le enseña, orgulloso, las tediosas tareas realizadas durante tres décadas como encargado, el recién llegado le cuestiona el sentido y utilidad de su trabajo.

TAREAS INÚTILES / Desola, sostiene, conoció en aquellos difíciles 90 a muchos señores Mañé. Trabajadores veteranos y sumisos cuyo mundo giraba alrededor de la empresa. No había vida, para ellos, más allá de su cotidiano quehacer productivo, por más absurdo que fuera. «Estaban entregados a la empresa aunque tuvieran sueldos míseros y tareas nada gratificantes. Le tenían un respeto absoluto. Algo parecido al síndrome de Estocolmo que sufren algunos secuestrados», compara.

El autor dispara los dardos a aquella sentencia marxista aupada por el capitalismo que pregona que el trabajo dignifica al hombre. «A menudo no dignifica en absoluto. Es ingrato, nos humilla y esclaviza. Nos liga a un horario y a una hipoteca...», denuncia Desola, que saca punta al vacío de contenido de muchas faenas y a los workaholics (adictos al curro).

«Los políticos nos hablan de más puestos de trabajos, pero no especifican si son dignos y útiles para la sociedad», expone el autor de Siglo XX que estás en los cielos, que dirigió Blanca Portillo, y La charca inútil, premio Lope de Vega.Desolaaclara que Zona Franca (el primer montaje en catalán de una obra suya) no es una crítica a la clase trabajadora, sino «una reflexión sobre cómo a veces el trabajo deja de ser una forma de ganarse la vida para convertirse en lo que da sentido a la vida». «¿Vivimos para trabajar o trabajamos para vivir?», resume Marco, que elogia un texto que aúna profundidad y divertimento. «Resulta más gratificante hacer una comedia desde las entrañas».

Es una obra «divertida y triste a la vez», agrega Solà, cuya último montaje con La Calòrica, Bluf, ya incidía en la precariedad laboral juvenil. «Zona Franca habla de dos posturas vitales chocantes; del absurdo de las ocupaciones inútiles y también de las relaciones humanas. Entre los personajes se establece un vínculo intergeneracional que transita por el rechazo, la fascinación, el aprendizaje mutuo, el humor y la amistad. Mañé ha vivido engañado y Nin, aunque piensa que será feliz, quizá también caerá en el engaño y deberá aguantarse para sobrevivir». De aquellas experiencias que le inspiraron la obra, Desola se sincera: «Cuando tienes un trabajo de mierda el único objetivo es escaquearse al máximo».

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