EL ORIGEN DEL MITO

Sexo, mentiras y Wonder Woman

William Moulton Marston, creador de la superheroína, fue uno de los inventores del polígrafo, practicó el 'bondage' y mantuvo una audaz relación poliamorosa con dos mujeres

William Moulton Marston, con Oliva Byrne (a la izquierda), Elizabeth Holloway (derecha) y sus hijos en común.

William Moulton Marston, con Oliva Byrne (a la izquierda), Elizabeth Holloway (derecha) y sus hijos en común. / periodico

JULIÁN GARCÍA / BARCELONA

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El psicólogo William Moulton Marston estaba convencido de que las mujeres eran más honestas, fiables y precisas que los hombres. Había llegado a esta conclusión como experto en el estudio de las reacciones físicas derivadas de las emociones, que le llevaron a ser uno de los inventores del polígrafo a principios de los años 20. No es de extrañar, pues, que Marston, aconsejado por su esposa, la también psicóloga y feminista Elizabeth Holloway, propusiera a la editorial All-American Publications el desarrollo de un cómic en el que el superhéroe protagonista no fuera un hombre sino una mujer: la amazona Wonder Woman, poderosa, valiente, sexi como una ‘pin-up’, destinada a llevar la justicia y la paz a un mundo convulso a través del amor. Hablamos de 1941.

“’Wonder woman’ es propaganda psicológica para el nuevo tipo de mujeres que deberían dirigir el mundo”, escribió Marston cuatro años después de publicar la primera de las aventuras de la superheroína en el número 8 de ‘All-Star Comics’. Sus estudios psicológicos, avanzados pero a menudo condescendientes, feministas a su manera, le habían llevado a concluir que la tendencia de las mujeres hacia “la sumisión amorosa” era preferible a “la tóxica autoridad masculina”. De ahí que su sueño fuera el advenimiento de una utopía matriarcal que hiciera mejor el mundo, envuelto en aquel tiempo en el desastre de la segunda guerra mundial. ‘Wonder Woman’ sería el ambiguo reflejo de ese sueño en forma de amazona, dechado de bondad y belleza, arquetipo para Marston de la mujer perfecta, medio icono feminista, medio objeto sexual.

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En los guiones, el psicólogo dio rienda suelta a su fervor. “En la antigua Grecia, los hombres habían esclavizado a las mujeres, hasta que estas se liberaron. Las nuevas mujeres, libres y fortalecidas, desarrollaron un enorme poder físico y mental en la Isla Paraíso. El cómic será una crónica del gran movimiento ahora en marcha: el crecimiento del poder de las mujeres”, escribió Marston, exaltado, en el borrador de su primer guión de 'Wonder Woman'. 

EL LAZO DE LA VERDAD

Ya en las viñetas, dibujadas por H. G. Peter y firmadas por Marston como Charles Moulton, la superheroína luchará contra ladrones, asesinos y nazis con su poderoso escudo protector y, sobre todo, con su infalible Lazo de la Verdad, cuerda mágica que somete la voluntad de las personas atadas y les impide mentir. El Lazo es, precisamente, la manifestación de las dos pasiones de Marston: la búsqueda científica de la verdad y, sobre todo, el ‘bondage’, técnica sexual que practicaba en un audaz vínculo poliamoroso con su mujer, Elizabeth Holloway, y la amante de ambos, su alumna Olive Byrne, sobrina, por otra parte, de Margaret Sanger, pionera del feminismo y el control de la natalidad.

Los tres tuvieron cuatro hijos en común, en una convivencia sui géneris impropia de la época, que provocaría el inevitable escándalo y acabaría con Marston expulsado de la universidad. Se dice incluso que, aparte de la relación poliamorosa con Holloway y Byrne, tuvo otra amante, la biblitecaria Marjorie Wilkes Huntley.

En el libro ‘The secret history of Wonder Woman’, de Jill Lepore (autora también de un fabuloso artículo en ‘The New Yorker’ sobre los orígenes de la Mujer Maravilla), se cuenta que Byrne sirvió de inspiración para el aspecto físico del personaje. En especial, esos brazaletes de defensa que porta Wonder Woman y que Byrne -el pelo corto, la ropa masculina- también llevó durante toda su vida. La influencia de Holloway sería mucho mayor, pues ella, reconocida activista en favor de la igualdad de género, marcó a fuego su forma de pensar, le convenció de que su superhéroe tenía que ser mujer y colaboró en muchos de los feminizados guiones de la inigualable primera etapa de la serie.

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La afición de Marston por el 'bondage', la dominación y el fetichismo es una de las razones de las constantes, casi obsesivas, apariciones de Wonder Woman atada por sus enemigos con cuerdas y cadenas. El psicólogo reconoció que tanta atadura era un claro subtexto sobre la opresión de la mujer, pero su argumentario, más allá de la buena intención, puede provocar hoy ardor de estómago: “La mujer disfruta de la sumisión, de estar atada, por lo que es importante que rompa las cadenas para liberarse y entrar en un nuevo nivel de conciencia”.

El inclasificable Marston solo pudo trabajar durante dos años en los guiones de ‘Wonder Woman’, pues murió en 1947 víctima del cáncer a los 53 años. Holloway y Byrne se mantendrían juntas hasta la muerte de esta última en 1985. Su criatura amazónica, como el resto de cómics de la época, acabaría sufriendo una despiadada caza de brujas promovida, entre otros, por el psicólogo Fredric Wertham, quien, en su libro ‘La seducción del inocente’, ponía el grito en el cielo ante la “femenidad avanzada” de Wonder Woman y la acusaba de “corromper a las niñas”. Los cómics de la heroína se seguirían publicando con diferentes niveles de lectura y de riesgo a lo largo de las décadas, pero siempre lejos de la insólita línea entre feminismo rampante y cosificación erótica que imprimieron Marston, Holloway y Byrne a su brava amazona.