Wes Craven, maestro del terror

Fallece a los 76 años el creador de algunos de los títulos más referenciales del género como 'Las colinas tienen ojos', Pesadilla en Elm Street' y 'Scream'

Muere Wes Craven, el creador de 'Pesadilla en Elm Street' y 'Scream'

Muere Wes Craven, el creador de 'Pesadilla en Elm Street' y 'Scream' / LJ/TY/HD

QUIM CASAS / BARCELONA

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Si la década de los 30 significó la edad de oro del cine de terror y fantástico con títulos como King Kong, Drácula, El doctor Frankenstein La momia, y en los años 50 proliferaron las obras maestras con lectura política como La invasión de los ladrones de cuerpos El increíble hombre menguante, los años 70, tan convulsos en la sociedad estadounidense (el final de Vietnam, el caso Watergate), vieron el auge de un nuevo cine de terror, directo y conciso, barato pero inteligente, que generó nuevos mitos y personajes más realistas.

Muchos nombres sobresalen en esa generación de cineastas adictos al género, y Wes Craven, nacido en Cleveland (EEUU) y fallecido la madrugada del domingo a los 76 años en su casa de Los Ángeles a causa de un tumor cerebral, es sin duda uno de ellos. Junto a John Carpenter, George A. Romero, Tobe Hooper, Larry Cohen y los algo más tardíos Joe Dante y William Lustig, Craven conformó el núcleo duro de un nuevo cine de terror cuyos efectos siguen hallándose hoy en día. No en vano los títulos señeros de esta sobresaliente generación (La noche de Halloween, La noche de los muertos vivientes, La matanza de Texas, La cosa, Zombi, Maniac, Piraña) han sido versionados y adaptados al gusto del nuevo milenio.

Craven, más listo que nadie, no solo permitió la realización de sendos remakes de algunas de sus obras capitales como La última casa a la izquierda (1972) y Las colinas tienen ojos (1977), sino que además fue productor ejecutivo de las mismas. Máxima rentabilidad, imposible.

También estuvo detrás de las dos grandes sagas de terror que inauguró con Pesadilla en Elm Street (1984) y Scream. Vigila quién llama (1996). Esta última es especialmente interesante porque Craven hizo el más difícil todavía: con el Scream inaugural y, sobre todo, con su primera continuación, Scream 2 (1997), cuya secuencia de apertura es magistral (cine dentro de cine, pastiche y revolución al mismo tiempo), Craven llevó la variante del slasher a lo más alto al mismo tiempo que se permitió parodiarla.

Todos los palos

El director probó muchas tendencias y temas en el género. Bendición mortal (1981), con una entonces desconocida Sharon Stone, es un buen acercamiento al tema de las sectas fanáticas. La cosa del pantano (1982), una de sus producciones más B, adapta el famoso cómic sobre un hombre que ha mutado a criatura vegetal a causa de un producto químico. La serpiente y el arco iris (1988) gira en torno a los muertos vivientes, Shocker (1989) tiene como protagonista a un asesino ejecutado en la silla eléctrica que vuelve a la vida como un engendro diabólico, y El sótano del miedo (1991) se desarrolla en una casa repleta de sádicos dispositivos y trampas.

Craven tocó todos los palos posibles, variantes clásicas y otras que él mismo inventó y desarrolló. No es de extrañar que hiciera también filmes de vampiros, aunque con protagonista de raza negra (Un vampiro suelto en Brooklyn, 1995, mitad terror mitad comedia dada la presencia de Eddie Murphy), e incluso se apartara totalmente del género con su extraña incursión en el melodrama musical: Música del corazón (1999), la historia de una violinista interpretada por Meryl Streep. La película fue un fracaso comercial, lo que desestabilizó a su director, convencido de que podía dar lo mejor de sí mismo en otros registros que no fueran los puramente fantásticos. No tardó en recuperarse dando forma a Scream 3 (2000) y todo solucionado.

Su importancia en el terror de los primeros 70 es fundamental con las sórdidas y extremadamente violentas La última casa a la izquierda --sobre dos adolescentes secuestradas por tres maniacos-- y Las colinas tienen ojos --con protagonismo de una familia que se da de bruces con una suerte de caníbales en un territorio inhóspito--, consideradas ambas de culto.

Pero la piedra angular de su filmografía es Pesadilla en Elm Street, un punto de partida realmente excelente e inquietante a partir del cual llegarían a realizarse seis películas más. El aterrador villano de la historia, Freddy Krueger, caracterizado por su jersey a rayas rojas y negras, su sombrero, la cara quemada y los guantes con afiladas y largas cuchillas, se introduce en los sueños de sus víctimas adolescentes para mortificarlas y asesinarlas. Nada más aterrador que viajar por el subconsciente sin pobilidad de escape.

Película autorreferencial

Craven no dirigió ninguna de las secuelas (firmadas por adaptables cineastas como Jack Sholder, Chuck Russell, Renny Harlin o Stephen Hopkins) ni tuvo nada que ver con el entretenido encontronazo entre dos mitos del terror de los 80, Freddy contra Jason (2003), un cara a cara entre Krueger y el psicópata de Viernes 13. Pero sí volvió a su gran invento con una película autoreferencial que pretendía ensalzar y al mismo tiempo liquidar al personaje, La nueva pesadilla de Wes Craven (1994), en la que los asesinatos se producían en el mismo set de rodaje de una nueva entrega de la serie.

Lo mismo, llevar a su cota más álgida y ridulizarlo, hizo Craven con la serie Scream, de la que sí rodó todas sus entregas. La última, Scream 4 (2011), fue el filme póstumo de un director esencial en el cine de terror moderno.