EL BICENTENARIO DEL NACIMIENTO DEL COMPOSITOR

Wagner, más allá de Bayreuth

ANÁLISIS El festival wagneriano tropieza con 'El anillo del nibelungo' de Frank Castorf

Escenografía del 'Anillo del Nibelungo' de Frank Castorf en el Festival de Bayreuth.

Escenografía del 'Anillo del Nibelungo' de Frank Castorf en el Festival de Bayreuth.

ROSA MASSAGUÉ

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Cabría esperar que en el 200º aniversario del nacimiento de Richard Wagner,el mejor homenaje se hiciera en el Festival de Bayreuth. Por algo fue creado por el propio músico en la ciudad bávara, en un teatro que construyó a la medida de sus grandes obras, y por algo ha sido el templo donde el wagnerismo ha oficiado sus ceremonias musicales con los mejores celebrantes artísticos.

Así fue en 1976 con motivo del centenario de la apertura del teatro. Un director tan poco wagneriano comoPierre Boulezy un joven y casi desconocido director de escena llamadoPatrice Chéreaudieron la campanada con suAnillo del Nibelungo. Conocido como elAnillo del centenario, todavía hoy es de referencia.

Y lo seguirá siendo después del conmemorativo de este año que difícilmente pasará a la historia como el del bicentenario.Frank Castorf ha ganado los mayores abucheos registrados en muchos años en el festival. Su versión parte del hecho de que el oro del siglo XIX, es decir, el poder, es el petróleo, pero naufraga por el simplismo, el mal gusto y la total falta de tensión dramática.

Las principales voces, aun siendo correctas, comoCatherine Foster (Brünnhilde) no son las que se espera de Bayreuth. Solo enLa valquiriahay un gran trío:Anja Kampe (Sieglinde),Johan Botha(Siegmund) yFranz-Josef Selig (Hunding). La batuta deKirill Petrenkoes la salvación de esteAnillo.

La efeméride ha movido a un festival tan poco wagneriano como es el de Salzburgo a presentarLos maestros cantores de Nuremberg, que no se representaba en el festival austriaco desde el lejano 1938, con el tándemDaniele GattiyStefan Herheim.

6.000 ESPECTADORES/ Pero donde se ha escuchado lo que seguramente es el mejorWagner del verano ha sido en un lugar que a primera vista parece poco o nada idóneo a la larguísima duración de las operas de la tetralogía, donde además lo que impera es el concierto y no la representación teatral.

Eso ocurrió en los popularísimos Proms de Londres (21 al 29 de julio). Unos 6.000 espectadores (1.400 de ellos de pie) abducidos por la magia de Daniel Barenboim al frente de la Staatskapelle Berlin y por un elenco de grandes voces siguieron en un silencio casi místico las 17 horas que dura elAnillorepartido a lo largo de cuatro tardes.

Allí, en el histórico Royal Albert Hall de la capital británica, estabanAnna Larsson(Erda),Stephen Milling(Fasolt),Eric Halfvarson(Fafner y Hunding),Bryn Terfel(el Wotan deLa valquiria),Anja Kampe(Sieglinde),Simon O'Neill (Siegmund),Mikhail Petrenko(Hagen) oWaltraud Meier(Waltraute y la segunda Norna) entre muchos otros.

Por encima de todos, una impresionanteNina Stemme como Brünnhilde. La soprano sueca es una de las mejores cantantes wagnerianas que se pueden escuchar ahora. Lástima que su Siegfried, Lance Ryan,no estuviera ni de lejos a su altura.

La experiencia artística de aquelAnilloen el siempre distendido ambiente de los Proms londinenses fue de tal calibre que el propioBarenboim,al final, se dirigió al público para destacar la comunión habida todos los días entre músicos y espectadores. Increíble.

Tanta belleza artística permitía preguntarse si al final, y a tenor de muchas puestas en escena más que discutibles, el mejorWagner no es el representado teatralmente sino el interpretado en versión de concierto. Pero el interrogante es en realidad falso. El objetivo del compositor era la obra de arte completa. La respuesta está en hacerlo bien o mal.

Una prueba de la falsedad de la pregunta la dio el director Semyion Bychkov, también en los Proms, dirigiendoTristan e Isolda. En este caso, la interpretación de la gran historia de amor compuesta por Wagneradolecía de grandes defectos.

VUELVE CHÉREAU/ El Festival de Aix en Provence ya había cumplido con el músico alemán en ediciones anteriores con unAnillodirigido porSimon Rattle. Pero, indirectamente, hizo un guiño al bicentenario conElektradeRichard Strauss,unhijomusical deWagner. Pero el mayor homenaje estaba en la dirección escénica de un ahora ya veteranoPatrice Chéreau. Es unaElektra difícil de superar.

Decididamente, el mejorWagner ya no está en Bayreuth.