El vuelo dorado de 'Birdman'

OPULENCIA Uno de los momentos de la gala en el Dolby Theatre.

OPULENCIA Uno de los momentos de la gala en el Dolby Theatre.

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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Hollywood adora mirarse ante el espejo y celebrar con los Oscars a quien le permite hacerlo. En el 2012 fue The artist; en el 2013, Argo; y este año, tras el paréntesis que representó en la tendencia onanística el triunfo de 12 años de esclavitud, ha vuelto a levitar de la mano de Alejandro González Iñárritu y su Birdman

La vibrante reflexión sobre el ego, la búsqueda de relevancia, la integridad artística, los críticos o lo efímero de la fama fue reconocida como mejor película, dirección, guión original y fotografía. Son cuatro estatuillas que catapultan a lo más alto a Iñárritu, aunque la contrapartida haya sido dejar en tierra a Boyhoodque hace épico el paso, aparentemente mundano, del tiempo y la vida. Un crítico ha escrito que «Richard Linklater ve, Iñárritu exhibe». Entre la sutileza y el espectáculo, cuando ambos son de calidad indiscutible, los Oscar parecen tener favorito claro.

La diversidad

El triunfo de Iñárritu también fue un salvavidas para Hollywood en un año de críticas por la falta de diversidad en las nominaciones de la Academia, un ninguneo por raza (y por género) con el que acertadamente ironizó Neil Patrick Harris nada más abrir la ceremonia («hoy celebramos a los mejores y los más blancos, perdón, los más brillantes»). Los productores de la gala se esforzaron por contrarrestar las dolorosas ausencias dando papeles de presentadores a multitud de negros y el teatro lloró emocionado y aplaudió a rabiar cuando Common y John Legend interpretaron Glory la oscarizada canción de Selma. Pero nada habla más directamente de integración que, un año después de premiar a Alfonso Cuarón como director por Gravity, tuviera varias veces sobre el escenario recogiendo los premios más importantes a un creador ni nacido ni formado en su seno.

Ante la prensa, Iñárritu se esforzó por dejar clara su idea de que «el arte no tiene las agarrotadas fronteras ideológicas que joden tanto al mundo» y denunció que «las estúpidas fronteras, banderas y pasaportes son un concepto inventado» y que él, «haga cine en Estados Unidos, en África, en España o en México», habla «de seres humanos y emociones». Pese a ese alegato, cuando intervino desde el escenario, sí alzó una voz con la propia identidad marcada.

«Rezo porque podamos encontrar y construir el gobierno que merecemos», dijo a los mexicanos en alusión a los problemas de corrupción y violencia que la tragedia de Iguala ha vuelto a mostrar descarnadamente. Luego, dedicando el premio a la última generación de quienes han cruzado la frontera, dijo: «Rezo para que sean tratados con la misma dignidad y respeto que los que vinieron antes y construyeron esta increíble nación de inmigrantes».

Wes Anderson, sí pero no

La noche tuvo otros vencedores. Ganaron la polaca Ida, el documental Citizenfour, la película de animación Big Hero 6 y el guion adaptado de IdaCitizenfour, Big Hero 6The imitation gameNo hubo sorpresas en las categorías de interpretación y, junto al reconocimiento indiscutible al joven Eddie Redmayne, se llevaron aplaudidas estatuillas tres veteranos como J. K. Simmons, Patricia Arquette y una Julianne Moore a la que toda la sala ovacionó en pie. Wes Anderson no subió al escenario pero su nombre sonó en todos los discursos de los colaboradores que ganaron cuatro estatuillas para El Gran Hotel Budapesty el aplauso era al menos un guiño a un personalísimo director que tendrá que seguir esperando -quién sabe si en vano- que Hollywood lo coloque entre sus grandes.

El francotirador,El francotirador el trabajo de Clint Eastwood que ha fulminado en taquilla a las otras siete candidatas a mejor película, se marchó con un Oscar técnico y en cambio Whiplash, una producción independiente rodada en solo 19 días, se fue con tres. Hollwyood parece respirar aires nuevos, aunque al final exhale lo de casi siempre.