LAS CONSECUENCIAS EN AUTORES Y EDITORES DE LA CAÍDA DEL MERCADO EDITORIAL

Vivir del libro se pone difícil

La caída de ingresos, en torno al 40%, amenaza el estatuto de escritor profesional

ERNEST ALÓS
BARCELONA

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Hace unos días, una encuesta de la sociedad de autores británica ALCS desvelaba que solo el 11,5% de los escritores del Reino Unido podían vivir de su trabajo, cuando en el año 2005 eran el 40%. ¿Si esto sucede en un país donde el mercado del libro se ha reducido en cifras muy soportables, qué sucederá en España donde las ventas cayeron el 30% en cuatro años, como el lunes desvelaron los editores? «Si miramos las liquidaciones de derechos, y los adelantos, si digo que se está pagando un 40% de lo que fue, a veces me quedo corto», responde Pau Centellas, presidente de la asociación de agentes literarios, Adal. Si se recurre a las únicas cifras disponibles, la entidad de gestión Cedro ha pasado de repartir 30 millones de euros al año a nada, y la Federación de Gremios de Editores de España reconoce haber abonado en el 2013 en concepto de derechos de autor 164,6 millones de euros frente a 213,8 en el 2009 (un 23% menos). Solo en estos dos conceptos, 80 millones menos al año.

«El hachazo el brutal, proporcional a la caída de las ventas», admite el presidente de la Associació d'Escriptors en Llengua Catalana, Guillem-Jordi Graells. Y con un problema añadido por las dimensiones del mercado en catalán. «Las editoriales grandes miman a muy pocos autores, y los que acuden a las nuevas editoriales lo hacen más para ser publicados que para vivir de ello», añade. La asociación está elaborando un estudio similar al británico. «Los que declaran que la mayoría de sus ingresos provienen de la escritura son el 8%», avanza.

«ESTO SE HA DESPLOMADO» / «Es cierto que hubo cierta alegría, como en otros sectores, con adelantos que no se podían amortizar, pero esto se ha desplomado totalmente, es un síntoma de que el mercado está cayendo de forma estrepitosa», añade Centellas. Pero aparte de ser consecuencia de una crisis de consumo y de la decisión de muchos lectores de no pagar por los libros que se descargan a la brava, esta situación pone en cuestión la posibilidad misma de que el escritor, más allá de una reducida élite, puedan mantener su profesionalización.

«A nuestros autores les dejamos claro que muy pocos de ellos podrán vivir de esto», advierte la agente literaria Sandra Bruna. «Muchos ya no se lo plantean, su objetivo es escribir», añade Centellas.

Un panorama del que discrepa Bruno Nievas, un pediatra almeriense que es el paradigma del autor crecido desde la autopublicación y que ha dado el paso a ediciones B. «También es cierto que ahora mucha más gente puede publicar. Y se puede vivir de la literatura; rotundamente sí. Siguen surgiendo gente como Dolores Redondo, María Dueñas, ahora Mikel Santiago... depende de si hay un libro bien escrito, en el sentido de que sea un libro que se venda. Y para la literatura siempre habrá espacio: pero Cervantes fue recaudador de impuestos y soldado...» «Se trata de volver a aquello que sucedía hace años; tener un trabajo que te deje tiempo para escribir. Aunque ni siquiera trabajar en un instituto o en La Caixa es lo que era», ironiza el novelista, articulista y profesor Vicenç Pagès Jordà.

Pero si el mercado español está en crisis, hay otros que no. O no tanto. ¿Son las traducciones una vía que cuadre los números? En muy pequeña medida, apunta la agente Sandra Bruna. Y no solo porque no todos los escritores consigan cruzar fronteras. «Hemos vendido 13 traducciones del último libro de uno de nuestros autores. Y le están pagando la mitad que por el anterior. Son cifras muy bajas, pero se aceptan para seguir estando presente en esos mercados», explica la agente.

Pero el dinero que los autores reciben de las editoriales como adelanto de derechos, y como liquidación anual de estos (mientras el libro está vivo; las cartas de editoriales que comunican que envían libros a las trituradoras de papel «son contínuas, incluso solo al año y medio de publicar un título», lamenta Centellas) no son son sus únicos ingresos. El problema es que todas y cada una de las fuentes que conforman el mix  que permite profesionalizarse a un escritor (bolos, colaboraciones en prensa, docencia) también están en crisis. «No solo no se venden libros: los ayuntamientos no tienen dinero para pagar por las charlas, mesas redondas y clubs de lectura», lamenta el escritor Marc Pastor, que ya no ve ninguna alternativa en el horizonte a compaginar la escritura con su trabajo como mosso d'esquadra. Por otra parte, los autores que se sostenían gracias a los derechos que devengaban decenas de libros infantiles y juveniles recomendados en las escuelas han visto secarse de golpe esta fuente, que «ha caído en picado», reconoce Centellas.

Y en cuanto al estudio británico con el que se abre el artículo. Para ser precisos, los ingresos de los escritores solo han caído un 28% desde el año 2000 al 2013. Aunque las ventas han bajado mucho menos que en España, el problema es otro: con un ley que permite descuentos libres, aprovechada a fondo por Amazon, y con la edición electrónica a bajo precio mucho más consolidada, los márgenes de beneficio de las editoriales han sufrido incluso por encima de lo que indican las cifras de ventas, así que los autores también han pagado el pato.

Visto así, aunque sea un pobre consuelo, el desastre en España aún podría ser mucho mayor. Pero es que podría serlo. «Las cifras espantan. Los editores te dicen que el mercado baja, que seguirá bajando y que puede llegar a perder el 50%», advierte Sandra Bruna.