Jenn Díaz: 16 desgracias en familia

La escritora barcelonesa publica 'Vida familiar', el libro de cuentos galardonado con el premio Mercè Rodoreda

Jenn Díaz.

Jenn Díaz. / CÉSAR CID

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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Jenn Díaz (Barcelona, 1988), tras publicar cinco libros en otros tantos años, ha cambiado de punto de vista en su último libro, 'Vida familiar' (Proa), dejando atrás el de hija. Y como se trata de un libro de relatos cortos (16), con el que ganó el premio Mercè Rodoreda de cuentos, no adopta otro, sino otros. Madre, hija, hermana, prima, novia, nieta, pareja al borde del abismo... Y en todos es un poco ella. "Excepto con 'Mare i filla', donde utilicé una historia real que había pasado en Santiago de Chile, un poco trastocada, el resto de libros estaban basados en la visión que tengo de las generaciones femeninas de mi familia, en un ámbito rural, en la posguerra, en épocas que no he vivido yo", explica. 

En este caso ha decidido rebuscar en historias personales de los últimos 10 años, para crear una colección de relatos "unitaria". "Cosas que me han pasado más o menos, o que les han pasado a personas cercanas a mí", dice. Pero siempre dentro del ámbito familiar, o simplemente de la pareja. "El tema de la familia me preocupa y es interesante literariamente, así que no he hecho otra cosa que escribir sobre familias", añade la escritora. En este caso, no se trata solo de vidas familiares. Básicamente se trata de desgracias familiares. Familias en las que no se puede llenar el hueco de alguien que de repente falta. En las que se ha de huir de abusos o asfixias. "Siempre hay un punto de ruptura de la vida cotidiana, y eso algo que la rompe no siempre es la alegría", reconoce.

Entre esas voces, solo dos son masculinas -"pero no son adultos; no lo hago como feminista, ni para compensar la gran mayoría de hombres que hablan con voz de hombre, porque son la mayoría, sino porque para mí más fácil"- y en general los hombres no salen muy bien parados. En esas parejas que "ya se ve que no tienen futuro" se reflejan, admite, las relaciones que ha mantenido hasta que conoció a su actual pareja. "Me he ido equivocando una y otra vez, eso me ha dado una visión desencantada de las relaciones que algún momento tenía que salir...", dice.

MADRES TÓXICAS

Y en esos malestares familiares, muchas veces lo que condena a la mujer son sus propias debilidades: "He ido haciendo un discurso mental de las cosas que no quiero, las cosas que las mujeres deberían rechazar, cosas con las que hemos crecido; después de haber hecho este trabajo conmmigo creo que me puedo permitir mirar atrás y analizar estas debilidades". También en más de un cuento la figura de la madre adquiere tintes tóxicos. "Hace tiempo -dice- que decidi que las madre idílicas se habían acabado: tenía que hablar de las otras, que son bastante más interesantes y bastante más reales; porque la línea entre ser buena madre y una madre tóxica es muy delgada; la sociedad nos dice que estemos encima de los niños, que lo controlemos todo y que su fracaso será un fracaso nuestro".

En los cuentos resuenan otras voces. En 'La moto', por ejemplo, un cuento de amores desclasados, aparece Marsé. Y por supuesto también el monólogo interior de Rodoreda. "Y también está Ana María Matute, esa voz muy oral, con frases muy largas, como se habla", añade. Pero formalmente, dice, bebe directamente de Natalia Ginzburg. Especialmente en los tres únicos cuentos narrados en tercera persona, "una tercera persona narrada de una manera tan oral y dentro del personaje que parece una primera persona", un punto de vista que ha tomado de 'Las palabras de la noche'.