El Grec baja al infierno

La Veronal inaugura este miércoles el festival con 'Vorònia', una ambiciosa coreografía sobre el lado oscuro del ser humano

La Veronal abre el Grec con Vorònia

La Veronal abre el Grec con Vorònia / EFE / ALEJANDRO GARCÍA

MARTA CERVERA
BARCELONA

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Una reflexión sobre el mal, su origen y sus formas, realizada por la compañía de danza barcelonesa La Veronal -colectivo integrado por expertos en danza, cine, literatura y fotografía- abre este miércoles la programación de pago del festival Grec en el anfiteatro de Montjuïc.

'Vorònia', el nuevo y ambicioso espectáculo de esta compañía con gran proyección internacional, surge de la coproducción europea entre el Grec, el Mercat de les Flors, el Théâtre National de Chaillot de París, el Hessisches Staartsballet/Staatstheater de Damrstadt & Hessissches Staatstheater de Wiesbaden y el Tanz im August de Berlín.

«Estoy nervioso», reconoce Marcos Morau (Ontinyent, Valencia, 1982), director de 'Vorònia' y responsable de la coreografía desarrollada junto a ocho bailarines, cuatro de ellos de la compañía y cuatro ajenos. «He visto muchos espectáculos en el Grec y siempre he pensado en qué podría haber mejorado yo. Desde luego es un honor estar aquí pero también supone mucha presión el actuar en este espacio», admite en referencia al magnífico anfiteatro al aire libre donde sabe que será imposible controlar elementos naturales como la humedad o los ruidos ambientales. «Es un lugar que engulle tu trabajo y donde cuesta ser visto bien desde todos los ángulos», añade Morau, que antes de triunfar como coreógrafo trabajó como acomodador en el Mercat de les Flors.

Una cueva profunda

'Vorònia' es el nombre de la cueva más profunda del planeta. Está situada en el Cáucaso y alcanza los 2.000 metros de profundidad. «Los griegos, la Biblia y Dante relacionaron el mal y el infierno con un lugar subterráneo y oscuro», recuerda Marcos Morau. Desde sus orígenes, en el año 2005, La Veronal se ha caracterizado por unir las ideas que subyacen en sus espectáculos con un espacio geográfico determinado. Hasta ahora han bautizado a sus anteriores montajes con los nombres de Suecia, Maryland, Rusia, Islandia y Siena. En este caso bajan hasta el infierno. «No es que hagamos piezas documentales pero nos gusta jugar con la idea de lugar a partir del cual desarrollar una propuesta», explica Morau, que ha recibido importantes premios. «En esta ocasión me interesó abordar el mal porque es algo que nos afecta a todos», añade el coreógrafo.

'Vorònia' consta de dos partes muy diferentes. La primera sitúa al espectador en un mundo abstracto y alegórico. La segunda se centra en la burguesía y la alta sociedad.

«El mal es un concepto muy amplio y complejo. Hemos intentado acotarlo a partir de cinco campos conceptuales y dramatúrgicos», comenta Morau, que vuelve a contar con la colaboración de Robeto Fratini, dramaturgo y teórico de la danza, y de Pablo Gisbert, de El Conde de Torrefiel, una singular compañía teatral. El punto de partida del espectáculo es la religión que durante siglos ha determinado qué es el mal y marcado el barómetro moral. «Nos centramos en el Triángulo de las Bermudas, en las tres más grandes: el cristianismo, el islamismo y el judaísmo que son la base para entender el resto», resalta. Pese a sus diferencias «todas giran en torno a unos rituales y a la promesa de un mundo mejor en el más allá».

La palabra no tendrá tanto protagonismo en esta ocasión. «Que haya dramaturgia no significa que haya texto. Consiste en convertir el texto en acción o danza». Morau ha ido depurando sus espectáculos. «Cada vez nos gusta más la danza abstracta porque es capaz de contarlo todo», afirma. Basta ver el giro dado en 'Nippon-Koku' (2014) creado para la Compañía Nacional de Danza. «Hemos ido dejando el texto de lado en favor de la imagen. Además, en 'Vorònia' no me interesa utilizar palabras para hablar del mal, no hace falta». Veremos qué opina este miércoles el público.