UN ENSAYO TRUFADO DE MEMORIA

La verdad de los actores

Manuel Gutiérrez Aragón se sirve de su experiencia como director en su nuevo libro

El director de cine y escritor Manuel Gutiérrez Aragón.

El director de cine y escritor Manuel Gutiérrez Aragón.

ELENA HEVIA / BARCELONA

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Es sabido. Un día, cuando ya era evidente que los usos y costumbres de los espectadores de cine, de aquellos que llenaban las salas, habían cambiado irremisiblemente, el realizador Manuel Gutiérrez Aragón (Torrelavega, Cantabria, 1942) anunció públicamente que hasta ahí había llegado. Ya no dirigiría más. «Aquello fue como trazar una línea imaginaria en mi vida», confiesa en una reciente visita a Barcelona. Esa frontera marcó el tardío nacimiento del Gutiérrez Aragón escritor -y también el cumplimiento de un antiguo sueño juvenil olvidado- y hoy con dos novelas en su haber (la primera ganó el Premio Herralde), acaba de publicar un raro libro mixto, A los actores (Anagrama), en cuyo caldero se mezclan las teorías cinematográficas -a punto estuvo de ser un ensayo al uso-, con las experiencias del director en relación a su conocimiento de los intérpretes, aliñado con grandes dosis de memoria sentimental.

Todo empezó con un encuentro fugaz con Mario Vargas Llosa. El Nobel le preguntó cómo le iba desde que dejó de hacer películas y el realizador se sorprendió a sí mismo diciendo que echaba de menos a los actores, a pesar de la  «lata» que solían dar en los rodajes. «Echas de menos tocar la vida», dijo certeramente el autor de La tía Julia....  De aquel sentimiento nace este libro. «El cine paga muy bien a sus técnicos porque son muy buenos, no te dejan hacer una mala película, con ellos todo funciona como un reloj. Así que el único factor desestabilizador son los actores, que pueden estar bien o mal, pero que por fortuna no son predecibles», valora el director.

En las páginas del libro está el niño Manuel yendo al cine con su tía, para que esta le de una lección sobre el star-system de la época gracias a Olivia de Havilland, con mayor precisión de lo que han podido hacerlo los grandes teóricos del cine como Roland Barthes o Christian Metz, a los que Gutiérrez Aragón ha leído a conciencia. «Es que los teóricos no ha sabido nunca qué hacer con el actor porque su personalidad fuera de la pantalla les descoloca. Y sin embargo, a nosotros los espectadores eso nos fascina, hoy vamos al cine a ver una película de Penélope Cruz como antes se iba a ver una de John Wayne».

Fernando y Ángela

Buena parte de los grandes actores españoles de los últimos años se pasean por las páginas del libro. Destacan Fernando Fernán Gómez -«un actor a la inglesa, un prodigio interpretativo que, sin embargo, era negado en las escenas emotivas»- y la apasionadísima Ángela Molina -«todo lo contra-

rio»-. Ambos protagonizan la mejor anécdota del libro, cuando en el rodaje de La mitad del cielo acabaron borrachos de tanto repetir una escena en la que bebían vino. «No quedó bien, porque un exceso de realidad no suele producir el efecto más verosímil». Misterios de la interpretación.