Obra seminal

El único tema posible

El reposo del hidalgo y su escudero, en un grabado.

El reposo del hidalgo y su escudero, en un grabado.

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Hay quien sostiene que todos los novelistas alguna vez se sienten tentados a imitar el Quijote. Esa condición de obra seminal es un excitativo incontrolable. «Probablemente solo Hamlet da pie a tan variadas interpretaciones como Don Quijote», sostiene Harold Bloom en El canon occidental, y pocos discuten su grandeza. Puede afirmarse que la pretensión de Vladimir Nabokov de presentar la novela como «el libro más amargo y bárbaro de todos los tiempos» es una excepción.

«Yo lo que digo es que el tema del Quijote es el único posible de cualquier novela. A saber, el contraste entre el deseo y la realidad; un personaje que quiere unas cosas y las consigue o no las consigue. En ese sentido, además, esa actitud es la propia de la naturaleza humana, que va haciendo proyectos que se realizan o no se realizan», dice Rico.

Hay quien ve incluso en el Quijote la huella primera del realismo mágico, y Rico lo comparte en parte: «Es probable, porque el Quijote como modelo, como arquetipo de todas las posibles novelas, tiene también su parte de realismo mágico. La cueva de Montesinos puede y no puede ser. Y ese es, sin duda, el precedente más inmediato».