EL ÚLTIMO PROYECTO DE UN AUTOR INCLASIFICABLE

Una vida en 13 barracones

Uno de los dos barracones en forma de cubo blanco.

Uno de los dos barracones en forma de cubo blanco.

NATÀLIA FARRÉ / LLIÇÀ DE MUNT

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¿Un kit de arte? ¿Una exposición portátil? ¿Un 'container' de lujo? ¿Una retrospectiva? ¿Una biografía? Es todo y es nada. Y es, sobre todo, el universo Pazos. Hablamos de Portátil, el último proyecto de Carlos Pazos, un trabajo inclasificable, como el propio artista, que tiene a sus incondicionales seguidores como receptores, de ahí el subtítulo de la iniciativa: For CP fans only (Solo para fans de Carlos Pazos). La idea es simple: «Cavilé sobre mis gustos y sobre el destino de mis piezas y colecciones cuando no esté en este mundo. Un día se me ocurrió algo que muchos habrán pensado: hacerles un hogar portátil que se instalaría, según el caso, en el campo, en andurriales o en pleno centro urbano. Así podrían acercarse a mis fans y acompañarles; en visitas relámpago o en estancias de duración variable», explica. Y el resultado son una serie de barracones, como los que se encuentran en la construcción, llenos de obras de arte que tienen como campamento base unos terrenos de Lliçà d'Amunt (Vallès Oriental).

Almacén y exposición, todo en uno. Por un lado soluciona el problema de muchos artistas: ¿qué hacer con la obra acumulada? «Produzco mucho y el mercado nunca ha sido muy generoso conmigo», explica el que fue Premio Nacional de Artes Plásticas 2004, y en lugar de tener las piezas «enterradas en cajas de madera o aprisionadas en camisas de fuerza de cartón, papel burbuja y cinta adhesiva», Pazos les ha construido «containers de lujo». Y por otro lado, supone la exposición permanente de su obra, visitable, previa cita, por todos aquellos que lo deseen. Es más, el proyecto permite, incluso, las exposiciones a domicilio. Los «carromatos» -como les llama Pazos- se pueden trasladar a cualquier sitio «holgado» que cumpla «con las medidas necesarias para garantizar su seguridad», llámese fundación, museo, centro de arte o jardín particular. «Tener la obra acumulada en espacios que pueden ser visitados no es más que la misión de toda exposición, la particularidad de esta es que se puede mover», resume Pazos.

Así, el artista ha recogido casi toda su colección -«una parte la tengo en casa porque necesito estar acompañado», apunta- y la ha trasladado a los terrenos de la fábrica Zeis, una empresa que fabrica expositores -«verdaderas esculturas mucho más útiles que el arte porque sirven para presentar productos y venderlos», afirma- y cuyo dueño, José Luis Hernández Palay, fue compañero de pupitre del artista y es coleccionista y amante del arte. De ahí la elección del campamento base. A partir de aquí, las piezas se juntan por «afinidades» tal como se hizo en la retrospectiva que el Museu d'Art Contemporani de Barcelona (Macba) y el Museo Reina Sofía le dedicaron bajo el título No me digas nada.

Y es que Portátil tiene mucho de retrospectiva, recorre toda su obra; mucho de biografía: «Las he dispuesto de forma que expliquen algo de mi vida», y mucho de No me digas nada, la mayoría de piezas expuestas se vieron en Barcelona y Madrid, como su inmensa colección de peluches, figuritas y objetos de Mickey Mouse que llenan uno de los carromatos; o toda la producción alrededor de la Virgen de Montserrat y Copito de Nieve que tanta polémica levantó hace años, cuando sentó al gorila albino en el regazo de la Moreneta, y que llenan otro de los cubículos.

Literatura y cine

De momento son cinco los hogares ambulantes -otro de los apelativos que Carlos Pazos usa para sus containers- acabados, otros tres están en marcha y el objetivo es llegar a 13 en poco tiempo. El tercero de los cubículos en funcionamiento reúne objetos de la primera etapa de Pazos, entre 1969 y 1974, de ahí el color rosa de su decoración: «En esa época estaba obsesionado con este color», afirma. Y el cuarto y el quinto están dispuestos en forma de cubo blanco y recogen lo que es una constante en su producción: sus guiños al arte contemporáneo, «algo que no sirve para nada», sentencia Pazos que remata con un «y eso es lo mejor del arte».Un arte que Carlos Pazos concibe en todos los formatos, de ahí que ahora esté más dedicado al cine y a la escritura que a la plástica. Sus proyectos más inmediatos tienen forma de libro, De cadencias y delicatessens, y de película: Art¡ss!mo, una cinta, aún en producción, sobre arte y literatura; y otra película, pendiente de rodar, que dará, asegura el artista, «una visión crítica del mundo a través de la escenografía romana».