Una giganta entre mafiosos

CRÓNICA Àngels Bassas borda su papel en 'Ciara', en el Akadèmia

Àngels Bassas, en 'Ciara'.

Àngels Bassas, en 'Ciara'.

CÉSAR LÓPEZ ROSELL / BARCELONA

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Esta es la historia de una afortunada obstinación: la de Àngels Bassas, una actriz tan tenaz y corajuda como hipnótica. Solo desde esta actitud se ha podido enfrentar al riesgo de estrenar en España una obra como Ciara de David Harrower, autor de la celebrada Blackbird que Lluís Pasqual llevó al Lliure de Gràcia hace dos años. Contra viento y marea y, en un momento de grandes dificultades para dar salida a nuevos proyectos, la actriz ha encontrado acomodo para su exitosa aventura en el Teatre Akadèmia, con la complicidad de Andrés Lima (Animalario) y Martí Torras en la dirección del espectáculo y de Yannick García en la traducción.

El propio Harrower le dio el empujón para que fuera ella la que recreara, primero en Barcelona y dentro de unos meses en Madrid, a este personaje de muy diferentes matices. Ciara es una mujer fuerte que sobrevive en un mundo de hombres. Pero, como se irá descubriendo a lo largo del bien estructurado thriller, el suyo no es un universo vital cualquiera. Hija de un jefe mafioso de Glasgow y esposa de un gánster no menos peligroso, regenta una galería de arte que exhibe obras de muy diferente factura. La protagonista siente predilección por el cuadro que muestra una giganta dormida sobre el cielo de Glasgow.

«¿Qué pasará si esa giganta despierta?», se pregunta anticipando el vendaval de reacciones que se desencadenará más adelante y que desvelarán su verdadera personalidad. Poco a poco, y a partir de un relato que la sitúa entre el mundo culto y refinado de la galería, en el de su vida personal fuera de este ámbito y en el de sus vivencias de niña, irá mostrando la influencia que ha ejercido sobre ella el entorno en el que ha crecido.

Elegante, atractiva, fría y llena de fiereza cuando lo exige el relato, Bassas interpela al público convirtiéndolo en partícipe de lo que sucede en el blanco, vacío pero idóneo escenario que ella llena con su temperamento interpretativo.

Lima y Torras la guían en el desempeño de una eficaz dramaturgia, apoyada en una buena iluminación, que evita que el personaje se pierda en los excesos.

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