EL ADIÓS DE UNA DIOSA EN ZAPATILLAS

El último giro de Sylvie Guillem

La estrella francesa se despide de la danza con una gira mundial que recala en el Festival de Peralada el 24 de julio en su única actuación en España

Sylvie Guillem, en la pieza 'Techne'.

Sylvie Guillem, en la pieza 'Techne'. / periodico

IMMA FERNÁNDEZ / LYÓN

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Heredó de su madre, profesora de gimnasia, las larguísimas piernas que proyecta hasta el infinito en su portentosa y expresiva danza; y de su abuela paterna catalana, su carácter rígido y huidizo. «Se exilió en Francia tras la guerra y no sabía hablar bien el francés. Era solitaria y dura. Una mujer terrible. Pero porque tuvo una vida muy dura», ha contado de su antepasada catalana Sylvie Guillem (París, 1965), a quien dedica un tierno recuerdo en su anunciado adiós a la danza. En el cartel promocional de su último espectáculoaparece de niña con un vestido que le hizo su terrible abuela.

La diva francesa, una de las más grandes artistas del ballet clásico y contemporáneo, ha decidido, a los 50 años, quitarse las zapatillas y en su gira mundial de despedida recala el 24 de julio en el Festival de Peralada, su única actuación en España. Abandona el escenario con Life in progress, un programa contemporáneo con cuatro piezas de coreógrafos cómplices: Akram Khan, William Forsythe, Russell Maliphant y Mats Ek.

La pasada semana lo presentó en el 70º festival del Teatro Romano de Fourvière (Lyón), ante un público entusiasmado que acabó lanzándole una lluvia de cojines. Entre los asistentes, la sevillana María Pagés, que sedujo en el mismo recinto días antes y acudirá también a Peralada, el 13 de agosto, con Yo, Carmen«Soy una gran admiradora de Sylvie, me asombra la evolución que ha hecho del clásico al contemporáneo», declaró la bailaora.

Prodigioso físico

Perfeccionista y rupturista, Guillem se va en su plena madurez sin indicio alguno de declive físico, como demuestra en las tres piezas, dos solos y un dúo, que interpreta en su generosa despedida. «¿Por qué me voy? Simplemente porque deseo acabar feliz bailando de la misma manera que he hecho siempre, con pasión y seriedad».Con pasión y vertiginosa técnica acomete Guillem un programa que abre con el solo techne, de Akram Khan, con quien se alió en la aplaudida apertura del Grec 2007 Sacred monsters. Una estructura de alambre en forma de árbol domina la escenografía, en la que irrumpe la estrella pelirroja cual veloz grillo, con sus piernas dobladas aleteando prodigiosamente rápidas. Difícil entender su retiro ante tal derroche físico, tal flexibilidad y dureza, aunque el dolor va por dentro. El hechizo continúa con la vibrante partitura de movimientos de su cuerpo, desde sus pies a las falanges de unos dedos que, como sus extensos e incontrolables piernas y brazos, son pura expresión. Así habla la Guillem en zapatillas: con la elocuencia física de una anatomía privilegiada para la práctica de la danza.

El espectáculo sigue con Duo, coreografía de Forsyhte (uno de los papeles más recordados de Guillem fue en su In the middle) a cargo de dos bailarines de la compañía: Brigel Gjoka y Riley Watts. Guillem vuelve en compañía de la italiana Emanuela Montanari en Here and after, de Maliphant, para demostrar su excepcionalidad en un dueto de complicidades femeninas.

Finalmente llega Bye, de Mats Ek, el adiós de la estrella, a solas en danza con sus recuerdos y decisiones. Sobre una puerta se reflejan imágenes de personas y de Guillem, que entra y sale (saltando del escenario a las proyecciones) hasta que se descalza, traspasa la puerta y desaparece para unirse a los rostros anónimos. Ella lo ha querido así, y lo hará tras una larga gira que concluirá en febrero en Japón.

Han sido 39 años de una carrera tan espléndida como arriesgada. Empezó de gimnasta, prosiguió con el ballet clásico -entró a los 11 años en la escuela del Ballet de la Ópera de París y a los 19 años Rudolf Nureyev la encumbró como primera bailarina, para irse luego al Royal Ballet de Londres- y dio después un giro perfecto hacia la contemporánea. ha lamentado la artista, que, amante de la innovación, en el 2009 presentó en el TNC Eonnagata, con Robert Lepage y Maliphant. «Yo soy como un niño que siempre quiere explorarlo todo», declaró entonces. El niño desea ahora explorar nuevos territorios. Mademoiselle Non, como la conocen en su país por su rebeldía e insumisión, dice ahora no a la danza.

«Bailar no es solo levantar la pierna o saltar sino también encarnar. Las bailarinas clásicas deberían hacer un trabajo interior que apenas practican»,

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