Crónica

Última noche celebratoria para B-Core

Standstill recuperaron sus raíces hardcore en Music Hall

JUAN MANUEL FREIRE
BARCELONA

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El sábado en Music Hall, último y caluroso (a pesar del fuerte aire acondicionado) festejo del 25º aniversario del sello local B-Core. Como en anteriores actos, la cita tenía un plus de excepcionalidad y si el viernes, por ejemplo, asistimos a la reunión de The Unfinished Sympathy en Apolo, la noche del sábado el gancho principal era ver a Standstill recuperar la vena hardcore de sus inicios.

La banda de Enric Montefusco ha transitado en su última época por otros horizontes musicales: un pop épico de aura sacra, sin miedo a desplazar el peso de la acción de las guitarras a la percusión. En Music Hall practicaron otra clase de intensidad, más veloz, hiriente y gritona. Cuando se vio aparecer al batería Ricky Lavado con camiseta de Refused (banda hardcore sueca de culto), se supo que habría tormenta.

No podía ser de otro modo cuando el repertorio era selección del material en inglés de The ionic spell (2001) y Memories collector (2002). En Words, Montefusco grita «no descansaré», y no miente, porque el resto del directo es una locura in crescendo. Desembocadura: el líder y Piti (guitarrista) enredados en un crowdsurfing demente sobre el pogo más bestia visto en tiempo. Busquen el vídeo en el Instagram de B-Core.

Al estilo Cameron Diaz

Habían abierto la noche Tokyo Sex Destruction, el veterano grupo de punk de garaje en la onda de MC5. RJ Sinclair, el jefe de todo esto, sigue entregado a una idea expansiva y física de la actuación rock, que incluye aparentes coitos con el teclado, un poco al estilo de Cameron Diaz con aquel bólido Ferrari en El consejero.

Y entre TSD y Standstill, turno para los valencianos Betunizer y sus canciones retorcidas y a la vez frontales, tan angulosas como directas a la encía. Pocos grupos hacen canciones art-punk en homenaje al exalero de la NBA Cedric Ceballos. Bueno, solo uno: Betunizer.

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