Txarango, verbena con jazz

El grupo cierra una etapa en el Sant Jordi Club con un concierto singular junto a la Barcelona Big Latin Band y el piano de Chucho Valdés

Txarango, con Mariscal (segundo por la izquierda), el director del Festival de Jazz y el de la Big Latin Band.

Txarango, con Mariscal (segundo por la izquierda), el director del Festival de Jazz y el de la Big Latin Band.

JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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Txarango en el Festival Internacional de Jazz de Barcelona. Una asociación inédita para un grupo que lleva cinco años haciendo bailar al público con sus ritmos mestizos en un circuito que combina salas, festivales y abundantes fiestas mayores. Este sábado, en el Sant Jordi Club, cerrarán gira, abriendo un descanso de “al menos un año”, haciendo desembocar su disco 'Som riu' en una playa con vistas a Cuba, de la mano de la Barcelona Big Latin Band y con el piano invitado de Chucho Valdés.

Las entradas del concierto, unas 4.500, se agotaron en julio (con precio popular, 15 euros, “el más bajo que nos permitía el festival”), pero el grupo descartó reubicarlo en un espacio más grande o a añadir más fechas. “Nos lo planteamos como un concierto único. Y aunque seguramente podríamos llenar la sala grande del Palau Sant Jordi, para esta propuesta el Club es adecuado, de una medida más humana y mejor sonido”, explica el cantante de Txarango, Alguer Miquel. El concierto se titula 'Som mar. De Barcelona a L’Havana', y el encuentro con Valdés, sugerido por el festival, les ha excitado. “Es el pianista al que más veces he visto en directo. Cada vez se parece más a su padre [el fallecido Bebo Valdés]: ha pillado su sentimiento y sentido de la pausa, poniendo cada nota en su lugar preciso”, señala Sergi Carbonell, ‘Hipi’, que ha estudiado música en Cuba.

LATIN-JAZZ

Será un concierto de Txarango, con su repertorio, y Valdés se adaptará en varias canciones, lo cual tiene admirado al grupo. “¡Chucho tocará líneas de tumbao compuestas por Sergi!”, se sorprende Alguer Miquel. Pero, el latin-jazz, ¿forma parte del mundo de Txarango? “Sí, totalmente. En toda América Latina los patrones de música popular se tocan en clave de jazz manteniendo su base de música de baile, nuestro terreno”, explica Miquel. “Nosotros hacemos canciones que parten de una historia, de una línea melódica, pero, al final, los paisajes rítmicos se parecen”, añade.

Txarango cierra así etapa después de cinco años “encadenando giras”, actuando en media Europa, en China, Japón, México y Palestina. Califican la parada de “creativa” porque les apetece asimilar lo que han vivido durante este tiempo “y transformarlo en canciones”. Están ocupados en otras actividades, como un centro cultural en Casamance, Senegal (“en marzo iremos a inaugurarlo”), y el festival Clownia, en Sant Joan de les Abadesses, que este año acogió a 5.000 personas cruzando música con teatro y circo en un “punto de encuentro y pensamiento que cultiva el espíritu crítico”.

'SONIDO BARCELONA'

En este tiempo, la banda dice haber constatado el poder que la marca ‘sonido Barcelona’, surgida hace más de una década con la ola mestiza de Ojos de Brujo y Dusminguet, conserva en el circuito internacional. “En un festival en Holanda hemos llegado a ver a un grupo danés que se presentaba como ‘sonido Barcelona’. Les preguntamos si conocían la ciudad, ¡y nos dijeron que no habían estado nunca!”, recuerda perplejo Alguer Miquel. Pero el nombre de Barcelona está aún, dice, asociado a “una ciudad que ya no existe porque se ha matado su cultura potenciando la ciudad-negocio”. Así, un cambio en el gobierno municipal “era importantísimo”, destaca el cantante. Txarango es un grupo con actitud política pero con poca tendencia a la canción explícita. “La política está en las acciones, en los sitios en que tocas, en la finalidad del concierto”, estima el cantante, que este año ha figurado en las listas de la CUP en las elecciones municipales y en el 27-S.

Txarango discute un par de percepciones sobre ellos. Primero, la de grupo para adolescentes. “Un prejuicio equivocado. La gente joven es la que más se mueve y grita, pero tenemos público de 60 y 70 años, y Clownia es el festival más intergeneracional de Catalunya”, enfatiza Alguer Miquel. Y luego, su filiación a las fiestas mayores gratuitas, un escaparate de aspecto fácil. “Es el circuito más grande que tenemos, y es real y bonito porque el pueblo elige al grupo que toca en su plaza”, defiende el cantante. ¿Y no puede malacostumbrar al público la música gratis? “¿Por qué? El grupo que no vende entradas en una sala no será por culpa de los conciertos gratuitos. Nosotros somos un ejemplo: agotamos entradas en todas partes. Pero hay que trabajar para conectar con la gente”, subraya el cantante de Txarango, un grupo que subraya en todo momento su conexión popular. “Las ciudades pueden tener cientos de escuelas de música, pero los artistas que dibujan  las raíces musicales de un lugar salen siempre de la calle”.