OTRA FACETA DE UN GUIONISTA DE CULTO

'True detective' año 0

'Galveston', la primera novela del guionista Nic Pizzolatto que ahora aparece en castellano, prefigura el denso universo de la serie de la HBO

El guionista y escritor Nic Pizzolatto, durante el rodaje de la serie televisiva 'True detective'.

El guionista y escritor Nic Pizzolatto, durante el rodaje de la serie televisiva 'True detective'.

ERNEST ALÓS
BARCELONA

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Roy Cady, un matón a sueldo de un mafioso de Nueva Orleans, tiene la mala suerte de que su jefe le levante la novia y además sea celoso. Un día, el mismo en que le diagnostican un cáncer, las cosas le empiezan a ir mal, muy mal. Y debe lanzarse a la carretera con la compañía de una jovencísima prostituta, Rocky Arceneaux, y de su hermana de tres años, a la que rescatan de la cabaña en la que vive con su vicioso padrastro. Aguas negras y estancadas, riesgo de huracanes, caimanes, cipreses de los pantanos, las llamas de las petroquímicas, pescadores de cangrejos y camarones, caravanas oxidadas, podredumbre vegetal y moral, moteles llenos de perdedores, redención final. Podría ser la sinopsis de una nueva temporada de True detective, la serie que ha llevado al estrellato al guionista Nic Pizzolatto. Pero se trata de Galveston, la novela que Pizzolatto escribió antes de crear la serie y que ahora llega finalmente a España, inaugurando la nueva colección de novela negra de la editorial Salamandra.

Al igual que la serie televisiva, Galveston se desarrolla a caballo de Tejas y Luisiana, en las costas del golfo del estado de la estrella solitaria (turismo decadente de playa y plataformas petrolíferas) y el Bayou, las marismas del país cajún donde nació Pizzolato (Lake Charles, Luisiana, 1975). También como en la serie la acción se desarrolla en dos momentos alternados. En 1987, cuando Roy y Rocky se lanzan a la carretera, y en 2008, cuando alguien que está hurgando en el pasado y la inminente llegada del huracán Ike ponen entre la espada y la pared a un envejecido Roy. Si pensamos (y es inevitable) en True detective', imaginénse al Roy de Galveston en 1987 como al Rust Cohle barbudo, melenudo y deteriorado que interpreta Matthew McConaughey en el segundo tiempo de la ficción televisiva. Y al derrotado Roy del 2008 como a ese McConaughey baqueteado del final de la serie pero aún peor, con 20 años más, tuerto, cojo y quebrado.

Regalo inesperado

Galveston, publicada originalmente en 2010, podría entenderse como el ensayo general de True detective. Los seguidores de la serie pueden leerla como un bonus track, una temporada extra, antes incluso de que se empiece a rodar la segunda. Pero su futuro audiovisual no será la televisión, sino el cine: está en marcha ya una adaptación que será protagonizada por el actor belga Matthias Schoenaerts, con Janus Metz como director y Jean Doumanian escribiendo el guion a medias con Pizzolatto.

Pero olvídense por un momento de la televisión, de las polémicas en EEUU por la insistencia de Pizzolatto en no crear un solo personaje femenino que esté libre de tacha y también de las similitudes de su propuesta con las de otros autores de novela negra que más bien le honran -«le debería pagar derechos de autor a James Lee Burke»-, nos comentaba hace unas semanas el novelista John Connolly, en referencia al creador de la serie del expolicía de Nueva Orleans Dave Robicheaux- y que no parece que le importe mucho reconocer. Quizá por eso haya decidido que en su huida, de Nueva Orleans a Lake Charles, de la fronteriza Orange a la decadente Galveston, Roy Cady adopte precisamente el nombre de John Robicheaux, el apellido de su primer patrón Harper Robicheaux, al que le unió una relación muy especial. Y es que Galveston es una grandísima novela. Un sueño febril de «insoportable belleza», en palabras del Denis Lehane. Una historia de «autenticidad y humanismo indómito», según el autor de Mystic river y Shutter island, con «un poder y honestidad emocional que no tiene nada que ver con las docenas de novelas más o menos negras que hemos soportado en las últimas dos décadas».

Porque, al final, llega el huracán.