EL COLAPSO DE UN GIGANTE

Balada triste por las tiendas de discos

En el documental 'All things must pass', Colin Hanks, hijo de Tom Hanks, cuenta el auge y la caída de la cadena Tower Records

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JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA

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El lunes se anunciaba otra caída: Other Music, emblemática tienda de discos del East Village neoyorquino, anunciaba su cierre tras más de dos décadas de actividad. Las descargas digitales (legales o no) y el ascenso del 'streaming' han vuelto tristemente obsoleto el formato físico; el vinilo vuelve a ser popular, pero, al menos en el caso de Other Music, no lo suficiente.

La noticia de este penúltimo cierre debe haber sentado fatal a Colin Hanks. El hijo de Tom Hanks, reconocido actor y, desde hace un tiempo, también documentalista, dice recorrer todas las tiendas de discos de los lugares donde viaja. "Tengo un tocadiscos portátil que me llevo siempre que puedo", explica vía telefónica. "Para poder probar las nuevas compras".

Este amor por las tiendas de discos y, por extensión, la gente que dedica su vida a ponerlas en marcha queda claro en 'All things must pass', su documental sobre la cadena Tower Records, desde el miércoles disponible en DVD. En él se cuenta cómo Russ Solomon pasó de vender discos usados de 78 revoluciones en el colmado de su padre a fundar una tienda icónica de Sacramento (California), crear todo un imperio global a partir de ella y, después, observar cómo todo lo construido se derruía por culpa de la música digital.

"En Sacramento, donde nací, Tower Records era un motivo de orgullo local", explica Hanks. "Recuerdo ir a la tienda a comprar todos los cedés que marcaron mi adolescencia, como el primero de Beastie Boys y el 'Nevermind' de Nirvana. No sabría decirle dónde ni cuándo descargué algo, pero recuerdo dónde compré un disco".

UN DEPENDIENTE LLAMADO DAVE GROHL

Hace unos años, alguien habló al incipiente realizador sobre su fundador, Russ Solomon. "Y quedé fascinado por su historia: los comienzos humildes, la creación y, después, el cierre de unas 200 tiendas alrededor del mundo. Pensé que ahí había una historia que contar. Muy representativa de lo que estaba sucediendo con la música". Tras conocer al personaje "y ver lo buen tipo que era", entendió que el centro de esta historia no era el negocio, sino las personas alrededor de él. Solomon, pero también el director de operaciones Stan Goman, quien empezó a trabajar en la tienda de Sacramento con 19 años; el antiguo vicepresidente Bob Delanoy, que empezó en el almacén... O Dave Grohl, de Nirvana y Foo Fighters, uno de sus dependientes.

"Los tres invitados famosos que aparecen –apunta el director del filme– tienen alguna historia ligada a Tower records. No están ahí solo para decir lo importante que fue algo, como en tantos otros documentales musicales". Dave Grohl trabajó allí porque no le obligaban a cortarse el pelo. Elton John se plantaba allí cada lunes por la mañana (antes del horario oficial de apertura) para comprar todas la novedades que le interesaban. Dos o tres copias, una para cada casa. "Me gasté mas dinero en Tower Records que cualquier otro ser humano", asegura el autor de 'Rocket man' en el filme.

"Y por último está Bruce Springsteen, que, de acuerdo, no tiene una gran historia con Tower", admite Hanks, "pero habla muy bien de música. Tenía siete preguntas para hacerle y todo lo que dice en la película pertenece a la primera respuesta".

EL COLAPSO

En los 90, cuando Hanks se hizo adicto a Tower, la marca ya era un gigante corporativo. A finales de la década tenía más de 150 tiendas en casi dos docenas de países. "Pero incluso entonces tenía actitud. De joven yo no conocía su historia; no sabía lo que había sido ni lo que era. Solo sabía que era la mejor tienda, en la que encontrabas todo y en la que había mejor ambiente. Cada tienda de Tower representaba a su propia ciudad o a su propio vecindario".

En el 2004, la compañía se declaró en bancarrota. Por culpa de aplicaciones P2P como Napster, sí, pero también por "otras circunstancias y malas decisiones de negocio", como quiere remarcar Hanks. Dos años después, empezó la liquidación. Ahora mismo solo resiste la tienda de nueve plantas de Shibuya, en Tokio, abierta en 1995. En su entrada, una señal gigante en el clásico amarillo y rojo de Tower recuerda: "No music, no life".