Tom Hardy: «Nunca seré una estrella de cine»

El actor Tom Hardy, que protagoniza 'La entrega', estrenada el viernes.

El actor Tom Hardy, que protagoniza 'La entrega', estrenada el viernes.

NANDO SALVÀ

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Gracias a sus eléctricas interpretaciones en películas como Bronson (2008), El caballero oscuro: la leyenda renace (2012) o Locke (2013), Tom Hardy, británico de 37 años, ha llegado a ser considerado uno de los mejores actores de su generación. Acaba de estrenar en España el thriller criminal La entrega.

-La entrega se basa en un relato de Dennis Lehane. ¿Fue eso lo que le atrajo del proyecto?

-En parte, sí. Es decir, me gusta que represente una forma más realista de cine negro, en el que no hay típicas mujeres fatales, ni fedoras, ni atmosféricas volutas de humo sino personajes de carne y hueso y comentario social y mucho fatalismo. Pero lo que más me atrajo fue trabajar con el director Michaël R. Roskam. ¿Has visto su primera película, Bullhead? Me dejó hecho polvo, al borde del abismo.

-Compartió con James Gandolfini las últimas escenas que rodó antes de morir. ¿Qué recuerda de él?

-Era un actor generosísimo y dotado de un corazón enorme. También muy duro consigo mismo porque no estaba seguro de su propio talento, nunca creía estar a la altura. Se enfadaba mucho consigo mismo. Pero al mismo tiempo siempre estaba abierto a las ideas de los demás. No sé, lo echo mucho de menos.

-Usted también tiene fama de exigirse mucho a sí mismo.

-En mi opinión hay dos tipos de actores: los que están dispuestos a cualquier cosa para resultar convincentes, y lo que no. Yo soy uno de los primeros. Mi profesión es ser un mentiroso, fingir de forma creíble. Trato de desaparecer por completo dentro de mis personajes, y por eso nunca seré una estrella de cine. Eso no va a pasar.

-Parecen atraerle particularmente los personajes oscuros. ¿Por qué?

-No puedo evitarlo, forma parte de quien soy. También en mi vida personal me he sentido empujado de forma inconsciente al lado oscuro. Pero, no quiero hablar de eso. Además, en este negocio todos tratan de colocarte dentro de un estereotipo en cuanto tienen la más mínima oportunidad. La forma más fácil y efectiva de gustarles tanto a los productores como al público es ser quienes ellos esperan que seas. Pero yo sigo luchando contra ello. Agradar al público no es mi prioridad, al contrario. Si me odian, me lo tomo como un cumplido, como la señal de que debo haber hecho algo bien.

-Sea como sea, usted es un actor cada vez más famoso. ¿Le molesta la popularidad?

-Qué se yo. Ver tu cara en el lateral de un autobús es un engorro, la verdad. El problema viene cuando no puedes pasear por la calle sin que te miren, porque me gusta ser yo quien observa a los demás y no lo contrario. La fama no me interesa en absoluto. Si mi interés fuera ser famoso y ganar todo el dinero posible, entonces habría hecho las cosas de otra forma. No me malinterpretes, una parte de mí quiere ganar un Oscar y figurar en las portadas de las revistas y todas esas tonterías, pero a la otra no le podría importar menos. Yo no soy el actor adecuado para complacer al público y convertirse en modelo de conducta. Si escarbas en mi interior, encontrarás mucha mugre.

-¿Pero cómo lidia con la atención pública?

-Pues, trato de no dejar que me afecte demasiado. A menos que no te circule sangre caliente por las venas, es difícil sentirse cómodo atendiendo a los micrófonos en las alfombras rojas. No se me da muy bien dar respuestas rápidas a preguntas estúpidas, y eso es precisamente lo que quieren. Trato de hacerlo e inmediatamente pienso: '¿Qué demonios acabo de decir?'. Me siento como un idiota.