Thomas Lilti: «El sistema médico es defectuoso y absurdo»

Entrevista al director de 'Hipócrates', que fue médico antes de dedicarse profesionalmente al cine

El director francés Thomas Lilti, en Madrid, promocionando 'Hipócrates'.

El director francés Thomas Lilti, en Madrid, promocionando 'Hipócrates'.

NANDO SALVÀ

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Antes de dedicarse profesionalmente a hacer películas, Thomas Lilti pasó varios años estudiando medicina y ejerciéndola en hospitales. Su segundo largometraje, 'Hipócrates', rememora esos años para meditar sobre el sistema médico actual.

-Es una pregunta obvia: ¿qué es antes usted, cineasta o médico?

-Hasta que se estrenó Hipócrates seguía siendo ante todo un médico. Entre mis dos películas he seguido haciendo reemplazos regularmente aunque ya me ganaba la vida escribiendo guiones. Provengo de un ambiente sociocultural que da mucha importancia a los estudios. Desde muy joven yo quería hacer películas, pero mi padre es médico y no me atreví a oponerme a sus planes y los de mi madre respecto a mi futuro.

-¿En qué se parece su experiencia como médico residente con la de Benjamin, el protagonista de la película?

-'Hipócrates' es una película autobiográfica pero no una historia real. Defino a Benjamin como un 'alter ego' ficticio, y he querido usarlo para reflexionar sobre la estructura y el funcionamiento de los hospitales. Como él, sufrí un proceso de pérdida de la inocencia, aunque más tarde que él. A los 30 me di cuenta de que había experimentado cosas que no había llegado a digerir, y que esas cosas tal vez explicaban por qué me había alejado de la medicina.

-¿Qué cosas?

-Cometí un error médico. Más complejo que el que aparece en la película, y nunca confesado. El juramento hipocrático se basa en dos pilares: el primero es el compromiso de cuidar a todos los pacientes. El segundo es el secreto médico. Y ese secreto es problemático: existe para proteger a los pacientes, pero en la práctica genera cierta sensación de impunidad. La confidencialidad sirve al médico para ocultar sus errores y protegerse.

-Es decir, que el problema de fondo es un sistema médico defectuoso.-Defectuoso y absurdo. Albert Camus dijo que una sociedad se juzga por el estado de sus prisiones, y yo creo que esa afirmación también es aplicable a los hospitales. Están lastrados por problemas como el nepotismo y el corporativismo, y por el exceso de burocracia y jerarquía. Y cuestionar el sistema es complicado porque todas las partes tienen sus motivos. Es lógico, por ejemplo, que el director de un hospital piense en ahorrar dinero, pero por otro lado un hospital público no tiene por qué ser rentable.

-De todos modos, y como demuestra el avejentado edificio donde transcurre la acción, sin dinero un hospital no puede funcionar bien.

-Cierto. Pero los fondos deberían provenir de la inversión, no del ahorro. Los hospitales franceses están absolutamente faltos de medios, algunos son lugares ruinosos. Los funcionarios están terriblemente mal pagados, y el 30% de los médicos que trabajan en el sector público son extranjeros extracomunitarios tratados como mera mano de obra barata.

-¿Diría que es una película política?

-Más bien una película ética. Me pregunto, ¿cómo debe un hospital tratar a los ancianos y los enfermos terminales? ¿No debería haber más transparencia respecto a los errores médicos? No he construido la película como un panfleto, pero si me llaman mañana para participar en una comisión sobre la reforma del sistema sanitario, voy seguro.