GALARDONES

'The square', de Ruben Östlund, arrasa en los Premios del Cine Europeo

El filme sueco se llevó los principales galardones en una aburrida ceremonia que otorgó el premio a mejor corto a 'Timecode', de Juanjo Giménez

El director sueco Ruben Östlund, en los Premios del Cine Europeo

El director sueco Ruben Östlund, en los Premios del Cine Europeo / periodico

Nando Salvà

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Tiene una notable dosis de guasa que la gran triunfadora en la 30ª edición de los Premios de la Academia del Cine Europeo (EFA) fuera una película que se ceba con la actitud engreída y autocomplaciente que se fomenta en escaparates artísticos como los museos, los festivales de cine y las ceremonias de entregas de premios como, por qué no, la de este sábado en Berlín; 'The square', ganadora del galardón a la Mejor Película Europea del año y de otros cuatro premios, en efecto se ríe del arte y tanto de la gente que lo hace (que estaba ampliamente representada entre los asistentes a la ceremonia de anoche) como de la que lo consume (que también). Considerando el escepticismo que el director Ruben Östlund derrocha en la película que ya le proporcionó la Palma de Oro el pasado mayo, también resulta irónica la explosión de alegría y gratitud que el sueco dedicó al respetable al saberse ganador.

Ha sido una noche de contradicciones. La gala incluyó largos alegatos a favor del movimiento MeToo y contra los abusos sexuales a las mujeres pero durante la emisión televisiva de la gala el escote de Juliette Binoche tuvo más planos que cualquier rostro asistente. La presencia española fue nutrida (Elena Anaya, Álex Brendemühl y Carlos Saura subieron al escenario en un momento u otro de la ceremonia) y el presentador de la gala, Thomas Hermanns, hasta se permitió el lujo de cantar con agresivo acento alemán el 'Por qué te vas' de Jeanette, pero nuestro cine estuvo escasamente representado en los nominados y aún menos entre los premiados.

La barcelonesa Carla Simón era una de las favoritas para llevarse el premio a la Mejor Ópera Prima gracias a 'Estiu 1993', su hipnótica mirada autobiográfica al problemático proceso de adaptación de una niña de seis años tras la muerte de su madre a causa del sida. Pero no lo hizo, pues cayó ante 'Lady Macbeth'. También el documental 'La chana', sobre la bailaora flamenca Antonia Santiago Amador. Además del ya anunciado días atrás para Oriol Tarragó por el sonido de 'Un monstruo viene a verme', el único español que tocó estatuilla fue el barcelonés Juanjo Giménez, galardonado con el Premio al Mejor Corto Europeo por 'Timecode'Juanjo Giménez más de un año y medio después de ganar la Palma de Oro en el Festival de Cannes (el ilógico lapso de tiempo obedece a un tecnicismo de farragosa explicación). Sin embargo, su victoria conllevó la derrota de su paisana Laura Ferrés, que competía en la misma categoría con 'Los desheredados'. 

Aburrida ceremonia

Más ironías:  es curioso que una ceremonia diseñada para rendir tributo a la excelencia fuera tan larga y aburrida incluso teniendo en cuenta que las expectativas no eran demasiado altas o, de hecho, no las había en absoluto.  Su monotonía no habría resultado tan evidente, en todo caso, de no ser por lo mucho que sus organizadores se esforzaron por ocultarla. Hubo números de baile, parodias de películas como 'El séptimo sello', 'Ida' o 'Toni Erdmann'. Chistes y chistes… y no hubo manera.

También, como cada año, hubo manifestaciones de conciencia política. Se protestó contra la condena a 20 años en las cárceles de Putin al director ucraniano Oleg Sentsov, y se leyó una carta al reo escrita por el artista chino Ai Weiwei, que vivió en sus propias carnes la persecución por parte del régimen de su país -y que estaba en la sala-. Hubo llamadas a la solidaridad con los refugiados y alguna mención al Brexit. Y el presidente de la EFA Wim Wenders pronunció un largo (muy largo) discurso en el que llevó a cabo una encendida defensa de la unidad continental y una reprobación de los nacionalismos –"el monstruo que invade Europa", los llamó sin citar nombres-. Otra ironía más: 'The square' es, además de todo lo dicho anteriormente, una feroz crítica a la hipocresía y la pasividad política de los europeos.