CRÓNICA

The Jayhawks, emoción a cada paso

La banda de Gary Louris desgranó sus clásicos en el Guitar BCN

Gary Louris, durante el concierto de The Jayhawks en la sala Barts.

Gary Louris, durante el concierto de The Jayhawks en la sala Barts.

JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA

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Tampoco ha pasado demasiado tiempo desde su anterior visita (fue en julio del 2014, en la sala Apolo), pero ¿quién en su sano juicio desdeñaría otro directo de The Jayhawks? Una banda incapaz de dar un paso en falso que el martes, en la sala Barts, se empeñó además en soltar, uno detrás de otro, sus temas más queridos. Greatest hits en toda regla.

El líder Gary Louris dijo poco después de iniciado el show: «Todavía estamos grabando el disco nuevo, así que vais a tener que escuchar estas viejas canciones». No hay problema, Gary, cuando esas viejas canciones son maravillas como I'm gonna make you love me (pop clásico cerca de The Byrds) y Ain't no end (en la voz melancólica del batería Tim O'Reagan).

No tardaron en hacer referencia a Rainy day music, posiblemente su mejor disco, editado en el 2003. Primero con la breve pero letal Stumbling through the dark. Más adelante, con Save it for a rainy day (gloriosos coros de O'Reagan y la teclista Karen Grotberg), Tampa to Tulsa (con O'Reagan en la voz principal, de nuevo), una acelerada Angelyne y Tailspin, esta última ya como cierre del bis, perfecto fin de fiesta.

Antes pudimos corroborar la facilidad del grupo de Minneapolis para saltar del rock directo (Big star, single de Sound of lies) a la balada delicada (Trouble, en la que Grotberg sonó a los coros como una cantautora folk de los 70), pasando por dianas puramente pop como Blue. 

DOS TEMAS AJENOS / En el repertorio, dos temas ajenos. Bueno, no exactamente. Until you came along es un cover de Golden Smog, banda en la que tocaron Louris y otros músicos en escena, el guitarrista Kraig Johnson y el bajista Marc Perlman. Sí enteramente ajena es Bad time, de los hard rock Grand Funk Railroad, grabada por The Jayhawks para Tomorrow the green grass (1995).

Al final, satisfacción plena: las mejores canciones del grupo mejor que bien rescatadas, con una maestría no exenta de juego y vacía de mero virtuosismo. Emoción a cada paso, en cada progresión de acorde y cada inflexión vocal.