INICIATIVA CULTURAL EN LA SEGARRA

El Teatre de Cal Eril, un asunto familiar

El cantante Joan Pons impulsa en Guissona un espacio de conciertos

Joan Pons, más conocido como El Petit de Cal Eril, en su renacido y autogestionado teatro de Guissona.

Joan Pons, más conocido como El Petit de Cal Eril, en su renacido y autogestionado teatro de Guissona.

NANDO CRUZ
BARCELONA

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Tras las lluvias del año pasado, en Cal Eril entendieron que era necesario hacer obras en el tejado del edificio. Cal Eril es una inmensa casa fechada en 1658 y ubicada en la plaza mayor de Guissona (La Segarra). Y uno de sus laterales, el más afectado, había sido teatro y sala de baile entre 1910 y 1957. Posteriormente, fue alquilado por la Falange y durante una época también fue sede de lapenyablaugrana. Muchos vecinos recuerdan haber visto allí el primer partido televisado del Barça, pero en los últimos 40 años aquel espacio se había convertido en un inmenso trastero.

El último acto público que se celebró allí fue el banquete de boda de los futuros padres de Joan Pons, cantante conocido artísticamente como El Petit de Cal Eril. Y la necesidad de reparar aquel techo animó a la familia a reabrirlo. La segunda planta se ha reconvertido en la zona de control desde la que Pons, que cursó estudios de técnico de sonido, sonoriza a los grupos que actúan y ya ha grabado discos de otras bandas. El teatro, de aspecto centenario y logística moderna, se ha afianzado en cinco meses como valioso motor cultural de la comarca de la Segarra.

Hasta la fecha han pasado por El Teatre de Cal Eril Roger Mas (que inauguró el teatro el 12 de junio), Pau Vallvé, Anímic, Mazoni y Pau Riba, que se instaló allí una semana para ensayar la gira de celebración del 40 aniversario del discoJo, la donya i el gripau.Prácticamente todos agotaron las entradas. De hecho, Mazoni ofreció un segundo pase, ante la desbordante respuesta del público.

ENTRADAS AGOTADAS/ La semana pasada actuó Oliva Trencada, grupo mallorquín apenas conocido en la zona. Solo vendieron cuatro entradas en taquilla. El resto se habían despachado por anticipado: en la barbería de la plaza, por teléfono o pormail. A media semana, el miedo a unpinchazoanimó a la madre de El Petit a mandar mensajes de móvil a sus amigos, incitándoles a venir. Los conciertos en el teatro de la plaza mayor son un acontecimiento en sí mismo. El público descubre grupos que desconocía, pero también encuentra una excusa para verse. Y alguno de los espectadores de más edad recuerda que él actuó en ese mismo escenario en una representación de Els Pastorets.

ARRIMANDO EL HOMBRO/ En El Teatre de Cal Eril, con capacidad para 80 espectadores, todos los familiares arriman el hombro. Joan Pons es el técnico de sonido, su mujer maneja las luces, su hermana vende bebidas, su cuñado recoge las entradas en la taquilla, su madre ejerce de anfitriona en esta renacida extensión de su casa que es la platea del teatro y sus sobrinas (dos de las que cantan enI les sargantanes al sol) acompañan a los músicos del camerino al escenario y emiten por megafonía el recordatorio que solicita al público que desconecte los móviles.

El Teatre de Cal Eril es un negocio familiar autogestionado. Bueno, quizás aún no sea un negocio, pero es una empresa familiar. Y un orgullo. Montse Villaró, la madre de El Petit, aún recuerda que cuando se instaló en Guissona lo que más añoraba de Barcelona era la vida cultural: «Lo primero que buscaba en los diarios eran las crónicas de los espectáculos. Las leía con tal deseo que creía estar allí». Ahora solo ha de subir las escaleras para ver una actuación.