CRÍTICA DE CINE

'Tarde para la ira': Al otro lado del espejo

QUIM CASAS

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Fogueado como actor en el cine policiaco con títulos como 'La isla mínima' y el reciente 'Cien años de perdón', Raúl Arévalo pasa al otro lado del espejo para debutar en calidad de director con otro 'thriller' tan contundente, seco y preciso como el que interpretó a las órdenes de Alberto Rodríguez.

Antonio de la Torre, otra presencia recurrente en el género en los últimos años, le secunda en una experiencia que demuestra, entre otras cosas, que Arévalo ha aprendido, y bien, de los mejores directores con los que ha trabajado. Y lo suyo, desde luego, no tiene pinta de ser el capricho aislado de un actor cotizado al que le pica el gusanillo de la dirección.

'Tarde para la ira' expone una historia de intento de regeneración y de venganza trabajando muy bien tanto las características de los personajes, perdedores estigmatizados por un destino adverso, como la pesada atmósfera que los rodea.

La puesta en escena está en sintonía con el laconismo de los propios personajes. Si el guion es tenso, la realización de Arévalo aún lo es más, sin planos con alardes ni momentos prescindibles. Los fantasmas de un pasado que no puede superarse afloran permanentemente en las imágenes de esta excelente película sobre la gestación lenta y paciente de la ira, y el abismo que la separa de la reconciliación y el perdón.

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