CRÓNICA DE CONCIERTO

Swans, larga ceremonia de ruido

El célebre grupo de rock experimental ofreció un concierto de dos horas y media en Apolo

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zentauroepp40555429 barcelona 15 10 2017 concierto de swans en la sala apolo e171016114450 / FERRAN SENDRA

Juan Manuel Freire / Barcelona

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En una señal previsible pero temible de lo que estaba por venir, a la entrada de la sala Apolo regalaban el domingo tapones para los oídos. Quienes rechazaran la ofrenda posiblemente tragaran saliva poco después del comienzo de la actuación de Swans: lo que empezó como una superposición de bucles atmosféricos devino poco después, claro, todo un asalto aural.

Esta gira del proyecto de rock experimental supone la despedida de la formación actual y un cambio de ritmo en cuanto a giras para el jefe de todo esto, Michael Gira. Los Swans que conocimos desde la reforma del 2010 se despiden para dar paso a otra cosa. Y estos últimos Swans no quieren despedirse con un susurro, sino con una explosión, aunque el reciente disco 'The glowing man' resulte algo menos contundente que los recientes 'The seer' y 'To be kind'.

La banda neoyorquina se plantó en el escenario sin limitador; es decir, podía sonar todo lo alto que quisiera. Y sonó ensordecedora. Poco después de la citada introducción engañosa, 'The knot' (una extensión o mutación de su ya conocida 'No words / no thoughts') era un trance atávico con batería salvaje de Phil Puleo y guitarras cayendo a plomo.

Una experiencia religiosa

El grueso de la actuación es una experiencia religiosa: Gira levantando los brazos al aire, con los ojos cerrados, mientras el público cabecea en trance… Pero también hay algún momento basado en el 'groove' y la sexualidad, como 'Screen shot', un rescate del álbum 'To be kind' que no cuesta imaginar sonando en la lujuriosa Pink Room de Twin Peaks.

Como predicador, Gira se expresa a través de la música. Sus interpelaciones al público son muy escasas y en una ocasión es, simplemente, para echarnos la bronca por marcar el ritmo con palmas. Él quiere nuestra concentración profunda, que nos dejemos arrastrar por los mantras en crescendo de 'Cloud of forgetting' y 'Cloud of unknowing', o la nueva 'The man who refused to be unhappy'. Desarrollos ajenos a la política pop del menos-es-más: fueron en conjunto dos horas y media de actuación, pero solo seis temas.

Ejerciendo de telonera estuvo la artista folk transgénero Baby Dee, asida al acordeón y acompañada por un guitarrista en su presentación del disco 'I am a stick'. En el nuevo repertorio brilla 'Whose rough hands', una canción cocinada durante ocho años sobre los niños problemáticos y los malos carpinteros que los fabrican. También cayeron 'oldies' como 'Lilacs' y 'The robin’s tiny throat', interpretados con la emoción extraña de una primera vez.