Un Jack Bauer contra ETA

J. L. Rod ha triunfado en Amazon con 'La suerte de los irlandeses'

J. L. Rod, ayer en Barcelona.

J. L. Rod, ayer en Barcelona.

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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El pseudónimo con el que trabaja en la industria, J. L. Rod, nunca ha aparecido en los títulos de crédito de una serie. Este madrileño de 50 años trabaja como analista de guiones («un trabajo muy bonito, bien pagado, que me permite pasar seis meses allí y seis en Cádiz»). Es un fontanero del mundo de las series, reparador de tramas y personajes con cláusula de confidencialidad. Pero un libro es algo distinto y muy parecido al mismo tiempo: con La suerte de los irlandeses, primero en Amazon y ahora editado por Ediciones B, puede reivindicarse como autor y al mismo tiempo aplicar las técnicas de lo audiovisual. Su protagonista es Pat MacMillan, un agente bocazas de una discreta sección de solucionadores de problemas del CNI, descendiente de irlandeses, que debe cazar a un infiltrado de ETA en la Casa (y eso es solo el principio) y evitar un atentado con coche bomba contrarreloj.

«Tiene la misma estructura que los capítulos de una serie. Cada una de las cuatro partes acaba con un clímax en alto, cada uno más intenso que el anterior. Técnica pura y dura. ¿Cómo enganchas al lector? Sorprendiéndolo», explica Rod. Y si los capítulos son episodios, La suerte de los irlandeses sería una temporada. Y habrá siete más.

Explica que, en una noche de confesiones regadas con mucho alcohol en el Camino de Santiago, una persona, que al día siguiente desapareció para siempre más, le confesó haber sido un infiltrado en ETA. Archivó la novela que tenía escrita y sus contactos en la policía le permitieron llegar a dos agentes del CNI. «He estado dentro del CNI para documentar los espacios, el organigrama es real... ¿el departamento del carro de la basura es real? No me consta», explica. Quizá sea difícil creerse algunos aspectos de la trama pero, replica el autor, «está documentada en un mundo real, y es verosímil, pero es una novela de ficción». «Mi objetivo  -añade- es: te voy a dar una historia de suspense de puta madre, llena de giros y con un clímax final. Porque yo hago literatura popular. Tu ves Homeland... ¿y va a conseguir meterse el tipo, con un chaleco lleno de explosivos, en una cámara acorazada con el vicepresidente de EEUU?» Cierto, no, pero funciona.

Rod ha citado Homeland. Pero su novela, esa carrera contrarreloj, tiene más bien un aire a 24. «El vínculo es que hay un limite de tiempo. Pero Jack Bauer no es Pat MacMillan», aclara. Bueno, alguna cosa sí tiene que ver, viudez traumática aparte. Se tortura si hace falta para evitar que una bomba estalle, hay guerra sucia y asesinatos de etarras. «Si tú supieras que tu familia va a morir en tu atentado y lo pudieras evitar, lo harías? El 99,9% de la gente diría que sí. Para salvar a agente inocente, por supuesto que lo haría. ¿Toleraría la guerra sucia? Si la guerra sucia la hacen los buenos, sí», afirma sin dudarlo.

Y aún más. Bajo la novela de acción, y de venganza, dice, hay «una segunda capa, la realidad social española y ETA», y debajo de ella una idea pregunta. «¿Es lícito tomarse la justifica por tu mano? Yo prefiero que el lector saque sus conclusiones», sostiene. Se intuye cual es la suya. Aunque matiza: «No quiero adoctrinar. Cuando la gente me dice que se ha leído la novela en dos días, que el final es de infarto, ese es mi único objetivo, entretener».