CRÓNICA

Stromae, eurobeat con poesía

El cantante belga exhibió su personalidad en la apertura del Primavera Sound

Stromae, durante su concierto del miércoles por la noche en el Parc del Fòrum.

Stromae, durante su concierto del miércoles por la noche en el Parc del Fòrum.

JORDI BIANCIOTTO
BARCELONA

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N o fueron cuatro gotas, sino una violenta tormenta lo que cayó encima del Parc del Fòrum el miércoles a última hora de la tarde, justo en los minutos anteriores a la actuación de Stromae, reclamo de la primera jornada, gratuita, de puertas abiertas, de Primavera Sound. Sálvese quien pueda, zafarrancho pasado por agua y viento, audiencia diezmada y, en el último momento, una tregua meteorológica que salvó la situación y permitió al cantante belga lucirse como la figura carismática que es, mezcla de chansonnier y estrella pop urbana y mundialista.

Con media hora de retraso, Paul Van Haver, Stromae, salió a escena a golpe de eurobeat melodramático, tratando de inyectar vitalidad a un Fòrum agotado por el largo episodio de lluvia que había diezmado al público, derivándolo hacia cualquier madriguera cubierta con lonas que se avistara en el  horizonte. No le costó mucho: había hambre de su electropop heterodoxo y mestizo, y los asistentes se volcaron en unas canciones que admiten una primera lectura bailable pero contienen inesperados pliegues. Abundante público francófono por razones comprensibles: del segundo disco de Stromae, Racine carrée, se ha vendido millón y medio de ejemplares en Francia, más que del último de Daft Punk.

«¿Hay belgas por aquí?», preguntó a una concurrencia salpicada por algunas banderas tricolores, antes de introducirnos en el lenguaje coloquial del país. «Utilizamos metáforas sobre los mejillones para referirnos a las vaginas», informó, cambiando el francés por el inglés, antes de cantar Moules frites, una canción que integra guiños africanos en su textura electro-pop. Así de libre e inesperada en la música de este tipo de 29 años, de padre ruandés  (asesinado en 1994 durante la masacre tutsi) y madre originaria de Flandes, crecido en la bilingüe Bruselas.

Mención aparte merece la estética de Stromae, con jersey abotonado, camisa blanca, pajarita, pantalón corto, calcetines largos, y un grupo de músicos con bombín. Un estilo retro que hace pensar en los cuadros de Magritte, situado fuera de contexto por un artista que, en sus canciones, parece seguir más su instinto que las normas de un género musical. Pese a ello, no suena disperso.

ESCENIFICACIÓN 'FORMIDABLE' / En Tous les mêmes cobró forma de cantante de variétés con fondo latino, sin llegar a sonar vulgar pese al uso de sintetizadores con brocha gorda. En Ave Cesária, dedicada a Cesária Évora, se nutrió de un ritmo de coladeira caboverdiana. Y el momento álgido de la sesión llegó con Formidable, difícil escucharla sin tener en mente el peripatético videoclip (78 millones de visualizaciones), que interpretó con modos dramáticos en su recta final, derrumbándose en el suelo tras rematar ese estribillo derrotado: «Tu étais formidable, j'étais fort minable» («Tu eras formidable; yo, bastante patético»). Punto final con Papaoutai, y sensación de que en Stromae no solo hay un creador que va a la suya, sino un intérprete con carisma.

Tras su actuación, lo de la californiana Sky Ferreira tuvo aspecto de poca cosa. Canciones como Boys, la primera, o las prodigadas You're not the one y Everything is embarrasing sonaron a nueva versión de Transvision Vamp con extra de guitarras noise y electrónica gruesa. Una historia ya contada muchas veces.