JORNADA INAUGURAL DE UN CERTAMEN DE REFERENCIA MUNDIAL

Sitges se reafirma como faro y vivero del cine fantástico

Ambiente y colas a la entrada del Festival de cine de Sitges.

Ambiente y colas a la entrada del Festival de cine de Sitges. / periodico

JULIÁN GARCÍA / SITGES

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

«El cine fantástico y de género no es solo sang i fetge. Es cine especial, arriesgado, extraño; cine de autor, de reflexión». Ángel Sala, director del Festival de Cinema Fantàstic de Catalunya desde hace 14 años, sonríe y alza los hombros, consciente de que, más allá del cliché, no hay otro cine con mayor vitalidad y capacidad para abrir nuevas vías expresivas que el de género. La 47ª edición del Festival de Sitges ha echado a andar este viernes con la proyección de [REC]4de Jaume Balagueró, cierre de la exitosa tetralogía de terror zombi de la factoría catalana Filmax, y, sobre todo, con la certeza de que durante 10 días el certamen volverá a ser referencia mundial y centro de peregrinaje de miles de fans del cine de género (el año pasado se vendieron 60.000 entradas), en un llamativo, casi cruel, contraste con los tiempos oscuros de las salas de cine comerciales.

«El cine de género está en un momento de oro. Es el que más dinero da en taquilla y las nuevas voces del cine mundial salen de aquí, del vivero del fantástico», analiza Sala. Y eso lo sabe el público de Sitges. Mientras este diario conversa con el director del festival, una larga cola espera a que abran el Auditori del Hotel Melià para ver The babadook, thriller sobrenatural acerca de los terrores infantiles de la directora australiana Jennifer Kent. La misma cola que hubo un par de horas después con el filme británico de exorcismos The quiet onesde John Pogue, o por la noche con la esperada, casi maldita, Under the skinde Jonathan Glazer, en la que Scarlett Johanson se mete en la piel de una alienígena depredadora; un filme, por cierto, que Sitges proyecta un año después de su estreno en Venecia y de que ningún distribuidor se haya decidido a estrenarla en España. «Esa es una de las razones por las que los festivales tienen una asistencia tan alta. Lo hemos visto también en el último San Sebastián. A las salas comerciales llega poco y llega mal. Los festivales ofrecen el producto de forma más atractiva: se cuida más, la oferta es amplia, permite interactuar al público y hace que sienta el cine como lo que debe ser: una experiencia colectiva».

Sitges gusta porque rompe barreras e hibrida los géneros. Un festival desprejuiciado, compulsivo, casi a borbotones. Más de 150 títulos de todos los géneros y subgéneros posibles, con una inabarcable sección oficial a competición con la friolera de 38 películas, y un sin número de secciones fuera de concurso. Para muchos, un exceso, por inabarcable y porque en una oferta tan amplia no todo puede ser bueno.

FRONTERA ENTRE GÉNERO Y AUTOR

Un festival, en fin, que lo mismo proyecta a concurso Zombeavers, vuelta de tuerca al género zombi con castores venidos del otro mundo, que Adieu au langageexperimento en 3D sobre el lenguaje y las posibliidades del cine a cargo de Jean-Luc Godard. En Sitges es imposible distinguir entre género y autor. La especialísima Holy Motors, de Léos Carax, pudo haber ganado en Cannes-2012, pero lo hizo en Sitges-2012, y esa película puede ser muchas cosas, pero cuesta catalogarla estrictamente como cine fantástico o de terror. Las fronteras difusas. «Me encanta programar cine raro, arriesgado. No me interesa el cine previsible. En Sitges cabe todo tipo de cine y de gustos para un público inquieto. ¿Freak? Si por freak entiendes a un público apasionado, experto y conocedor, pues sí, freak», asegura Sala, puro enstusiasmo.

CUIDANDO LA CANTERA

 El festival ha arrancado con [REC] 4Hace justo 20 años, Jaume Balagueró había presentado en este mismo certamen su primer cortometraje, Alicia. Antes de eso, el director catalán era uno de esos espectadores apasionados que reivindicaba el género fantástico desde su propio fancín, Zineshock. Es la prueba palpalble de que Sitges ha sabido ejercer de cantera de una generación de ilustres cineastas como Balagueró, J. A. Bayona, Eugenio Mira, Paco Plaza y Kike Maíllo. «Hemos sabido cuidar la cantera desde abajo y es una de las cosas de las que me siento más orgulloso como director. Y no solo realizadores locales: me encanta que Jim Mickle, que nos ha visitado desde que empezó, vuelva a Sitges con Cold in july como uno de los grandes nombres del género. Este recorrido desde la afición hasta la autoría nos ha funcionado muy bien». Catalunya es una potencia mundial en cultura popular. «Y deberíamos estar orgullosos de eso, potenciarlo, aprovecharlo más», asegura Sala alzando el dedo índice y mencionando el Sónar, el Salón del Cómic o el del Manga como hitos de esa potencia de la cultura popular. «Qué demonios, ¡cultura con mayúscula! Ahí hay una semilla muy poderosa. Desde fuera nos ven líderes en estos campos y nos envidian».