CRÍTICA

Sin máscara ni piedad

Hervé Guibert escribe impúdicamente sobre sus padres

VICENÇ PAGÈS JORDÀ

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Si Rock Hudson fue el primer famoso que reconoció que tenía sida, Hervé Guibert (1955-1991), amante de Michel Foucault, fue el primero que logró convertir la enfermedad en tema literario. A principios de los 90, A l'ami qui ne m'a pas sauvé la vie se convirtió en un libro de culto. Club Editor, cuatro años después de publicar L'home del barret vermell -que también forma parte de la trilogia de la sida-, acaba de recuperar un libro publicado en 1986 por el mismo autor, Els meus pares.

La relación con los que nos han traído al mundo y -con más o menos acierto- nos han orientado, es un leitmotiv perdurable. Suele incorporar el paso del amor a la desconfianza, la conciencia de la deuda contraída, una larga serie de choques y de reconciliaciones, renuncias y miserias... Guibert, egocéntrico dotado, especialista en autoficción, renuncia a cualquier máscara y, más importante todavía, a la piedad. El resultado es un libro lúcido e impúdico, a menudo cruel, lleno de confesiones incómodas y reflexiones subrayables.

«La mort dels pares: el dia de l'alliberament que suposa no haver de demostrar ja res més», escribe el autor. Él, que no era un hombre paciente, publicó este catálogo de miserias y de pasiones a los 31 años. Retrata en él la vida cotidiana, la obsesión por el cuerpo, las epifanías sexuales, la fascinación por la traición, el descubrimiento de la escritura y del cine.

El sida se cobró muchas víctimas, pero pocas supieron convertir la enfermedad en reto, en objeto de introspección, en un pretexto para la literatura, a base de mezclar dosis extremas de ternura y de cinismo. Como los de Kafka, los padres de Hervé Guibert no diferían mucho de los de la época. Quizá lo que les irritaba de ellos era precisamente su convencionalismo, la aceptación de todo lo que encontraban insoportable. En los dos casos, no nos interesa tanto la biografía de los progenitores sino cómo los ven sus hijos: ambos entienden a los hijos como un capital vital que los padres gestionan en beneficio propio.

«Tot el que hi ha de més horrible en mi mateix, de més petit, em sembla heretat d'ells», escribe Hervé Guibert. No nos extrañaría que esta misma frase la pudiese pensar su propio hijo, si los hubiese tenido.

3ELS MEUS PARES

Hervé Guibert

Trad.: David Ilig. Club Editor. 192 p. 16 €